Imaginémonos una mañana de
domingo de febrero sin tener nada que hacer, subirnos a nuestra “máquina del tiempo”,
poner el reloj a *** menos 100 millones de años *** y pulsar el “ON”…
Con algo de suerte, nos
trasladaríamos a un bosque de los de entonces y tal vez con otro poco más de
fortuna, estaríamos cara a cara frente a un gran dinosaurio de 8 metros
intentando cortejar a su amada con sus grandes patas. Evidentemente como este
viaje es solo un bonito sueño paleontológico, nos conformaremos con dar a
conocer un reciente artículo publicado en Scientific Reports y que da pie (y nunca mejor dicho) a mi primera aventura en este
nuestro blog.
Theropod
courtship: large scale physical evidence of display arenas and avian-like
scrape ceremony behaviour by Cretaceous dinosaurs.
(Lockley, M. G., et al., 2016).
(Lockley, M. G., et al., 2016).
A modo de introducción
comentaremos brevemente unos conceptos que aunque sabidos, creo que merece la
pena recordar. El taxón Dinosauria
fue formalmente designado en 1842 por el paleontólogo Sir Richard Owen
derivando el término de las palabras griegas deinos sauros, lagarto
terrible (Owen, 1842). Los dinosaurios aparecieron en el período Triásico hace unos 231 millones de
años, extinguiéndose en el final del Cretácico hace 66 millones de años.
Según la naturaleza de sus huesos y articulaciones
pélvicas (Fig. 1) se dividen en dos órdenes (Seeley, 1887):
- Los ornistiquios (Ornithischia), reptiles herbívoros bípedos y cuadrúpedos con pico, dientes y una pelvis semejante a la de las aves.
- Los saurisquios (Saurischia), con pelvis de reptil que a su vez comprenden a los terópodos (Theropoda), reptiles carnívoros con dientes terribles, patas delanteras relativamente cortas y traseras de gran tamaño terminadas en tres dedos y un metatarso con agudas garras (son los “protas” del artículo) y los saurópodos (Sauropoda), reptiles herbívoros cuadrúpedos de cola larga, cabeza pequeña y talla gigantesca (Sereno 1997).
Fig. 1.
Diferencia “dinopelviana” entre Ornithischia (izda.) y Saurischia. Educ.ar.
Entrando en materia…
Nos situamos en el yacimiento Roubideau Creek en la zona más oriental de Colorado muy cerca del estado de Utah en EE.UU (Fig. 2). El campo de estudio está junto a la Gunnison Gorge National Conservation Area zona rica en huellas de grandes dinosaurios terópodos de unos 7,5 metros. En el año 2015 fueron localizados los rastros de 15 individuos en una zona de 75 metros de ancho con la principal característica de que prácticamente todas ellas tenían orientación paralela hacia el sur, lo que sugería el comportamiento gregario de estos reptiles (Lockley et al., 2015).
Nos situamos en el yacimiento Roubideau Creek en la zona más oriental de Colorado muy cerca del estado de Utah en EE.UU (Fig. 2). El campo de estudio está junto a la Gunnison Gorge National Conservation Area zona rica en huellas de grandes dinosaurios terópodos de unos 7,5 metros. En el año 2015 fueron localizados los rastros de 15 individuos en una zona de 75 metros de ancho con la principal característica de que prácticamente todas ellas tenían orientación paralela hacia el sur, lo que sugería el comportamiento gregario de estos reptiles (Lockley et al., 2015).
Fig. 2. Localización geográfica
del yacimiento Roubideau Creek en Colorado. Colorado University.
Las areniscas que afloran en Roubideau Creek pertenecen al Cretácico,
piso Albiense Cenomaniense
con una edad de 100 millones de años (día arriba, día abajo). Lo que ahora es un enorme paisaje
desértico en aquellos tiempos las placas del Pacífico y de América del Norte colisionaron
formando los territorios de Laramidia
en el oeste (actuales Montañas Rocosas) y Appalachia
en el este (actuales Montes Apalaches). Las aguas procedentes del norte (actual
Océano Ártico) se unieron con las del sur (actual Golfo de México) formando
el Cretaceous Western Interior Seaway
(Fig. 3).
Fig. 3. Localización aproximada
de la zona durante el Cretácico. Wikipedia.org.
Este mar interior era cálido y de
carácter tropical con numerosos depósitos deltaicos de plataforma marina somera
o arrecifales y abundante vegetación que posteriormente daría lugar a los coal
swamp o pantanos de carbón. La temperatura atmosférica era mucho más elevada y
uniforme que la actual, estimándose en unos 25ºC la diferencia entre la de los Polos y la del Ecuador
(Schrope, 2005).
Concretamente las areniscas
estudiadas están dentro de la denominada Formación Dakota cretácica (Lockley et al., 2014), formación geológica
compuesta por rocas sedimentarias depositadas en la zona más oriental del
Cretaceous Western Interior Seaway durante su transgresión (Monroe &
Wicander, 1997) (Fig. 4).
Fig. 4. La “Formación Dakota” durante la transgresión del
mar interior cretácico. Wikipedia.org.
En Roubideau Creek un grupo de
paleontólogos capitaneados por Martin Lockley, Richard McCrea y Ken
Cart han dado a conocer junto a huellas (icnitas)
de dinosaurios herbívoros, otras de terópodos carnívoros del género Irenesauripus (Sternberg, 1932) un tanto
peculiares (Fig. 5).
Fig. 5. El “dinocortejo” de Irenesauripus y esposa visto por los
paleoartistas Lida Xing y Yujiang Han.
Con un tamaño de hasta de 2 metros
de longitud y dispuestas en pares contiguos, las huellas presentan una serie de
violentos arañazos tridáctilos en el sedimento que se encuentran relacionados con
un comportamiento de cortejo “dinosexual” donde el macho muestra sus
capacidades amatorias ante sus potenciales parejas (Figs. 6 y 7).
Fig. 6. Martin Lockley (derecha) y Kent Cart junto a los
rasponazos descubiertos. Colorado University.
Fig. 7. Detalle donde se observa
claramente la violencia del arañazo. Colorado University.
Estas relaciones de
comportamiento entre dinosaurios terópodos no avianos y avianos (aves) así como
sus caracteres osteológicos han sido objeto de estudio y debate en las últimas décadas
(Xu et al., 2014; Sereno, 1997; Foster
et al., 1998). Entre los
paleontólogos existe el consenso de que las aves descienden de los terópodos
(Mayr et al., 2005). En efecto, ambos
taxones comparten características muy afines entre las que destacan el único
cóndilo occipital (articulación del cráneo con la primera vértebra), única
apófisis uncinada en las costillas que hace el tórax rígido y resistente para
soportar el movimiento ventral del ala durante el vuelo así como la presencia
de cuatro dedos en los miembros posteriores (Gil, 2009) (Fig. 8).
Fig. 8. Comparativa de la pata
ave-dinosaurio. Botelho J. F., Universidad de Chile. Scientific Reports.
Lockley y sus colegas mediante
una técnica de capas fotográficas denominada fotogrametría han conseguido realizar en el yacimiento imágenes
3D de los rasponazos, extrayendo sin dañar la arenisca, copias en caucho y
fibra de vidrio que han sido almacenadas en el Natural Science Museum de Denver
para su detallado estudio. Básicamente cuando hacemos una fotografía simple obtendremos información bidimensional del objeto
fotografiado. De lo contrario si trabajamos con dos fotos con una zona común denominada
zona de solape, tendremos visión estereoscópica o tridimensional del objeto a
estudiar.
La
Fig. 9 representa la imagen fotogramétrica de ocho arañazos bien conservados y
el detalle de uno de ellos sobre una placa de arenisca de 100 m2.
Concretamente aparecen como depresiones dobles paralelas compuestas por
múltiples raspaduras separadas por una cresta central elevada, bautizadas con el nombre de Ostenichnus bilobatus o “huella de dos
lóbulos que sirve para presumir”. Estos rastros representan el fossil behaviour o comportamiento
fósil derivado de la actividad en animales vivos (Seilacher,
1967) y cuyas cinco principales categorías son: repichnia
rastros de locomoción, cubichia de
descanso, domichnia de alojamiento, praedichnia de depredación y calichnia de cría (Bromley, 1996). Tras
este descubrimiento, Ostenichnus bilobatus constituye un nuevo tipo no reconocido de calichnia asociado al cortejo dentro del comportamiento de manada
ya observado en la Gunnison Gorge National Conservation Area.
Fig. 9.
Imágenes fotogramétricas de las huellas estudiadas. Los tonos azules
corresponden a zonas de mayor presión. Scientific Reports.
“Esta es una evidencia física de
los juegos previos muy similar a los de las aves actuales, que utilizan una
ceremonia de cortejo de rascado generalmente cerca de sus lugares de
nidificación finales. De esta forma la raspadura fósil ofrece la pista de que
los dinosaurios pudieron estar reunidos aquí hace millones de años para
reproducirse y luego anidar cerca”, afirma Lockley en su trabajo. Efectivamente,
una de nuestras aves actuales, el frailecillo
atlántico (Fratercula arctica)
en la fase previa a la cría rasca el suelo produciendo dos surcos paralelos y
una cresta central (Folch, 1992) (Fig. 10) que son sorprendentemente similares
a Ostenichnus bilobatus del terópodo Irenesauripus estudiado. También el avestruz (Struthio camelus), más similar en
tamaño a nuestro dinosaurio, produce raspaduras superficiales de 2 a 3 metros de diámetro muy similares a las descritas y únicamente asociadas a la construcción del nido y a la puesta de huevos pero no al cortejo (Folch, 1992).
Fig. 10. Frailecillo atlántico (Fratercula arctica) intentando ligar. Enciclopedia
Animal.
Tras la lectura de este
interesante artículo llegamos a la conclusión de que el hallazgo estudiado en esta entrada posee
un gran valor científico, ya que se trata del primer yacimiento donde se han observado
marcas relacionadas con el comportamiento sexual de un género de dinosaurios
muy similar al de algunas especies de aves actuales. Estas prácticas de cortejo
no solo están asociadas al acto físico de la cópula sino también a las del
periodo de celo, las costumbres amatorias y la nidificación durante más de 160
millones de años (Bakker, 1986). Finalmente y en palabras de Lockley “estas
enormes marcas de rascaduras rellenan el hueco que faltaba en nuestra
comprensión del comportamiento de los dinosaurios”.
Y después de todo esto, ¿qué?...
... un gif vale más que mil palabras XD!!!
¡Hasta la
próxima!
REFERENCIAS
- Bakker, R. 1986. The Dinosaur Heresies: New Theories Unlocking the Mistery of the Dinosaurs and their Exctinction. William Morrow & Company.
- Bromley, R. G. 1996. Trace Fossils. Chapman & Hall.
- Folch, A. 1992. Handbook of the Birds of the World, vol. 1, Lynx Editions.
- Forster, C.A., Sampson, S. D., Chiappe, L. M. & Krause, D. W. 1998. The theropod ancestry of birds: new evidence from the Late Cretaceous of Madagascar. Science, 279: 1915–1919.
- Gil, C.F. 2009. Anatomía Específica de Aves: Aspectos Funcionales y Clínicos. Unidad Docente de Anatomía y Embriología. Facultad de Veterinaria. Universidad de Murcia.
- Lockley, M. G., Cart, K., Martin, J., Prunty, R., Houck, K., Hups, K., Lim, J.-D., Kim, K.- S., Houck, K. & Gierlinski, G. 2014. A bonanza of new tetrapod tracksites from the Cretaceous Dakota Group, western Colorado: implications for paleoecology. New Mexico Museum Natural History Scientific Bulletin, 62: 393–409.
- Lockley, M. G., Cart, K., McCrea, R., Martin, J., Alcalá, L. & Haden, G. 2015. A preliminary report on an assemblage of large theropod tracksfrom the Cretaceous Dakota Group, Western Colorado: Evidence for gregarious behavior. New Mexico Museum Natural History Scientific Bulletin 65.
- Lockley, M. G., Gierlinski, G., Martin, J. & Cart, K. 2014. Anunusual theropod tracksite in the Cretaceous Dakota Group, western Colorado: implications for ichnodiversity. New Mexico Museum Natural History Scientific Bulletin, 62: 411–415.
- Mayr, G., Pohl, B. & Peters, D.S. 2005. A Well-Preserved Achaeopteryx Specimen with Theropod Features. Science, 310: 1483-1486.
- Monroe, J. S. & Wicander, R. 1997. The Changing Earth: Exploring Geology and Evolution (2nd. edition). Wadsworth Publishing Company, Belmont, California, p. 610.
- Owen, R. 1842. Report on British Fossil Reptiles. Part II. Report of the 11th Meeting of the British Association for the Advancement of Science. London: J. Murray pp. 60-204.
- Schrope, M. 2005. Dino-Era Earth Had Polar Ice, Low Sea Level, Study Says. National Geographic News.
- Seeley, H. G. 1887. On the Classification of the Fossil Animals Commonly Named Dinosauria, Proceedings of the Royal Society of London, 43: 165–171.
- Seilacher, A. 1967. Fossil behavior. Scientific American, 217: 72–80.
- Sereno, P.C. 1997. The origin andevolution of dinosaurs. Annual Review Earth Planetary Science, 25: 435–489.
- Sternberg, C. M. 1932. Dinosaur tracks from Peace River, British Columbia. Bulletin Natural. Museum Canada, 68: 59–85.
- Xu, X., Zhou, Z., Dudley, R., Mackem, S., Chuong, C.-M., Erickson, G. M. & Varricchio, D. J. 2014. An integrativeapproach to understanding bird origins. Science, 346, issue 6215.
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