Una dura despedida…
Con esta última publicación, tengo que dar
por finalizada una serie de entradas que he realizado con gran entusiasmo e
ilusión donde he disfrutado especialmente maquetándola y editándola para
vosotros… Gracias a la realización de esta actividad mi curiosidad por el
ámbito científico ha aumentado de manera exponencial, ya que es un mundo
fascinante y trepidante, con sus descubrimientos y avances. Sin duda, es un
trabajo muy importante y difícil. En general estoy muy satisfecha al darle a
estas entradas mi visión de una estudiante de Biología que aspira a dedicarse al mundo de la investigación en un futuro próximo.
Partiendo de esta idea, no es difícil
suponer que la mayoría de mis entradas se hayan centrado en nuevos
descubrimientos científicos, pero quería ir más allá. Quería hablar sobre los
distintos métodos científicos que se utilizan para arrojar más luz sobre
cuestiones que aún no tienen respuesta, como por ejemplo, la historia de nuestro
querido planeta Tierra. También, indicar que en la totalidad de mis
entradas las he dedicado solamente a dos ámbitos de la Geología que siempre me
han despertado una gran curiosidad y fascinación; la Antropología y la Paleontología.
Dicho esto creo que es
conveniente realizar un repaso por cada una de mis entradas, destacando lo más
importante de cada una de ellas…
Hablaba
sobre el mítico Tyrannosaurus rex “el rey de los dinosaurios ”, donde al
principio de este año 2020, se publicó en la prestigiosa revista Science, un
estudio acerca de dos ejemplares bautizados como “Jane y Petey”.
Que en un
principio se pensaba que eran ejemplares enanos de una especie del género. Pero
se realizó un estudio histológico donde se comprobó que esta hipótesis se
alejaba mucho de la realidad, es por ello que se llegó a la conclusión de que
tanto “Jane” como “Petey” eran individuos jóvenes Tyrannosaurus rex, que no habían
llegado a la edad adulta cuando murieron, ya que las características
morfológicas de sus huesos indicaban que aún eran jóvenes y que la estructura
ósea de un individuo adulto es diferente a etapas de crecimiento más inmaduros.
Pasamos de los terópodos a los homínidos, donde en un estudio también
publicado a principios de este año se publicó en la reconocida revista Science
dos estudios independientes que abordaban el mismo tema. Averiguar más acerca
de un grupo misterioso de homínidos súper arcaicos cuyos genes porta un gran
porcentaje de la población actual. Donde también hicimos un recorrido de otros
estudios realizados anteriormente para entender mejor acerca de los resultados
obtenidos en los estudios mencionados.
Donde se empleó un potente
logaritmo matemático que permitía detectar los alelos de los genes de estas
poblaciones de homínidos tan enigmáticos. También nos daba una idea de que
nuestra historia evolutiva como especie, entrañaba unos hechos y sucesos más enrevesado
de lo que nos imaginábamos. Entonces, ¿De dónde venimos? Parece ser que esa pregunta
se está volviendo más complicada….
volvíamos al ámbito Paleontológico, a la zona fronteriza de Bélgica y los
Países Bajos donde se descubrió un fósil insólito… ¡Un cráneo de un pájaro de
aproximadamente 66.8-66.7 mil millones de años en un estado casi perfecto y
completo!...
¿Dónde?, en una roca de las dimensiones de un taco de cartas.
El estudio del correspondiente fósil fue publicado en la famosa revista Nature
donde, se descubrió este cráneo mediante una innovadora técnica de rayos X. De
forma que nuestro “pequeño pájaro de las estrellas” nos arrojó algo de luz
sobre el posible origen de los “Crown birds”. Demostrándonos que “nada es lo
que parece”.
Volvía hablar sobre los terópodos, pero esta vez de un dinosaurio muy especial,
Spinosaurus aegyptiacus. Cuya historia del primer fósil de un ejemplar de esta
especie fue bastante fatídico y accidental, por la destrucción casi completa de
los restos fósiles expuestos en el museo de Múnich en pleno conflicto de la II Guerra Mundial entre las fuerzas el Eje y los Aliados.
No fue hasta este año, cuando se
encontró de nuevo un ejemplar de este terópodo de una cola casi completa que
tras el estudio realizado y publicado en la ilustre revista Nature, nos
permitió conocer los posibles hábitos de este fascinante dinosaurio que en un
inicio parecía impensable e incluso
cuestionable de que pudiera ser cierto. Pero con los estudios biomecánicos
realizados se llegó a la conclusión de que las premisas del equipo científico
que realizó esta investigación podría estar en lo cierto.
Tras la síntesis de mis entradas,
podemos ver que la ciencia tiene múltiples técnicas, recursos eficaces y potentes
que son interdisciplinares, donde permite la participación de numerosas áreas
del conocimiento del árbol científico… Como por ejemplo los métodos de estudio
empleados en cada una de las entradas que dependiendo del tipo de estudio y los
recursos disponibles se utilizaban métodos sofisticados e innovadores como en el caso del “pájaro de las estrellas”, los
genes de homínidos extintos en nuestro genoma, o el estudio del tejido óseo del
“rey de los dinosaurios”, o por el contrario, métodos más conocidos y
tradicionales, pero que igualmente ayudan a desarrollar el estudio como en el
caso de la última entrada.
Es por ello que me gustaría recalcar
que la investigación científica no solo
en el ámbito de la Paleontología sino en todas las demás ramas de la ciencia es
de vital importancia, y los científicos y científicas trabajan cada día
exhaustivamente en ello, por lo que su trabajo debe ser plenamente reconocido. Es por ello
que me resulta muy grato, haber contribuido con
mi pequeño grano de arena a distinguir estos trabajos científicos.
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