Bienvenidos de nuevo al lugar
donde, en repetidas ocasiones, el objetivo ha sido expandir tanto el
conocimiento como la sed de éste (además de satisfacer al mismo tiempo esta
última). Desde febrero, hemos emprendido un viaje por el mundo reptil,
visitando especies de distintos periodos del tiempo geológico. Como en cualquier viaje, el final del
trayecto es inevitable. De este modo, (-todo muy melancólico, recordando los
momentos compartidos con la ciencia y la Paleontología-), concluyo mi
participación en el blog de Paleontología y Evolución en la UCM de la mano de
las -ya conocidas- especies reptiles.
Reptilia. Esta es la palabra que
utilizaría como enlace entre mis tres entradas anteriores. Este reino animal
siempre me ha llamado la atención, y ha ido creciendo mi curiosidad al verlo
desde una perspectiva paleoecológica.
En ¿Hay un nuevo miembro en la familia?, siendo esta mi primera entrada, hablé de Barrosasuchus neuquenianus,
un reptil “crocodyliforme” prehistórico de dos metros de longitud que habitó la
actual Argentina al final del periodo Cretácico. Se conocían ya especies de su género, pero
antes del hallazgo del Dr. Rodolfo Coria (CONICET), ésta todavía era
"inexistente" (por desconocimiento) para nosotros. El
hecho que me impulsó a comentar el artículo en cuestión fue el ser un poco más
consciente de la inmensidad que constituyen los organismos en la Tierra. Y no solo
en la actualidad, sino también en el tiempo geológico anterior al que nosotros
habitamos. Son miles las especies que viven y vivieron ya catalogadas, pero son
millones -por estimación- las que todavía no han sido descubiertas.
En mi segunda entrada, Dedescubrimiento en descubrimiento, siguiendo la línea de la anterior, comenté
una especie diferenciada de otras que forman parte de un género ya descrito. Esta
especie, Ophisaurus manchenioi, habitó
el planeta durante el Pleistoceno y es conocida como un lagarto desarticulado
de 40 centímetros de longitud. De nuevo, gracias a este hallazgo, podía ver cómo
especies inimaginables -desconocidas- habían formado parte del entorno por el
que caminamos actualmente. (Es leer estos artículos y querer ponerme a
investigar de ipso facto.)
La siguiente publicación rompió
parcialmente la línea que iba siguiendo a la hora de escoger un artículo que
comentar, pues en esta no traté el descubrimiento de una especie antes desconocida.
En mi tercera publicación, Una mandíbula: nuevas perspectivas, hablé de Moradisaurus grandis, un
reptil actualmente extinto que habitó la Tierra durante el periodo Pérmico. Me
resultó de gran interés como el descubrimiento de un fragmento de un fósil
(siendo en este caso la mandíbula) puede cambiar completamente la visión y la
idea que se tenía de la especie a la que pertenece dicho fósil.
Han sido muchas las especies descubiertas
y son muchas las pendientes por descubrir. La investigación científica continúa
cada día, haciendo que cada hallazgo nos sitúe más cerca de un conocimiento
mayor. Sin embargo, ¿conseguiremos algún día conocer la totalidad de las
especies? Dejaremos que sea el tiempo quien nos lo revele ;)
Para poner punto final a esta
publicación de recuerdos y miradas al pasado, me gustaría agradeceros vuestra compañía
en este viaje y el tiempo dedicado en la lectura de las entradas. Espero que estas hayan cumplido con su objetivo y hayan sido de vuestro agrado.
¡Hasta pronto, queridos lectores!
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