lunes, 6 de mayo de 2019

3, 2, 1… ¡Se acabó!


Bienvenidos de nuevo al lugar donde, en repetidas ocasiones, el objetivo ha sido expandir tanto el conocimiento como la sed de éste (además de satisfacer al mismo tiempo esta última). Desde febrero, hemos emprendido un viaje por el mundo reptil, visitando especies de distintos periodos del tiempo geológico.  Como en cualquier viaje, el final del trayecto es inevitable. De este modo, (-todo muy melancólico, recordando los momentos compartidos con la ciencia y la Paleontología-), concluyo mi participación en el blog de Paleontología y Evolución en la UCM de la mano de las -ya conocidas- especies reptiles.



Reptilia. Esta es la palabra que utilizaría como enlace entre mis tres entradas anteriores. Este reino animal siempre me ha llamado la atención, y ha ido creciendo mi curiosidad al verlo desde una perspectiva paleoecológica.

En ¿Hay un nuevo miembro en la familia?, siendo esta mi primera entrada, hablé de Barrosasuchus neuquenianus, un reptil “crocodyliforme” prehistórico de dos metros de longitud que habitó la actual Argentina al final del periodo Cretácico.  Se conocían ya especies de su género, pero antes del hallazgo del Dr. Rodolfo Coria (CONICET), ésta todavía era "inexistente" (por desconocimiento) para nosotros. El hecho que me impulsó a comentar el artículo en cuestión fue el ser un poco más consciente de la inmensidad que constituyen los organismos en la Tierra. Y no solo en la actualidad, sino también en el tiempo geológico anterior al que nosotros habitamos. Son miles las especies que viven y vivieron ya catalogadas, pero son millones -por estimación- las que todavía no han sido descubiertas.



En mi segunda entrada, Dedescubrimiento en descubrimiento, siguiendo la línea de la anterior, comenté una especie diferenciada de otras que forman parte de un género ya descrito. Esta especie, Ophisaurus manchenioi, habitó el planeta durante el Pleistoceno y es conocida como un lagarto desarticulado de 40 centímetros de longitud. De nuevo, gracias a este hallazgo, podía ver cómo especies inimaginables -desconocidas- habían formado parte del entorno por el que caminamos actualmente. (Es leer estos artículos y querer ponerme a investigar de ipso facto.)



La siguiente publicación rompió parcialmente la línea que iba siguiendo a la hora de escoger un artículo que comentar, pues en esta no traté el descubrimiento de una especie antes desconocida. En mi tercera publicación, Una mandíbula: nuevas perspectivas, hablé de Moradisaurus grandis, un reptil actualmente extinto que habitó la Tierra durante el periodo Pérmico. Me resultó de gran interés como el descubrimiento de un fragmento de un fósil (siendo en este caso la mandíbula) puede cambiar completamente la visión y la idea que se tenía de la especie a la que pertenece dicho fósil.



Han sido muchas las especies descubiertas y son muchas las pendientes por descubrir. La investigación científica continúa cada día, haciendo que cada hallazgo nos sitúe más cerca de un conocimiento mayor. Sin embargo, ¿conseguiremos algún día conocer la totalidad de las especies? Dejaremos que sea el tiempo quien nos lo revele ;)

Para poner punto final a esta publicación de recuerdos y miradas al pasado, me gustaría agradeceros vuestra compañía en este viaje y el tiempo dedicado en la lectura de las entradas. Espero que estas hayan cumplido con su objetivo y hayan sido de vuestro agrado.

¡Hasta pronto, queridos lectores!



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