Sí esos grandes ''dinosaurios marinos'' que a día de hoy siguen dominando casi todos los océanos de la tierra, y que durante millones de años han poblado los mismos sin apenas muchos cambios en su evolución considerandose verdaderos ''fósiles vivientes''.
Y bien, para empezar nuestro hilo, en el artículo de este post empezaré desarrollando una de las hipótesis planteadas acerca del gran tamaño o gigantismo de algunas especies (ya extintas) de algunos tiburones macrodepredadores de la familia (y que gran familia) de los Otodontidae, que incluye al género de los Odontis,en el cual podemos incluir a su vez a la especie de Otodus Obliquus, la cual es considerada el ancestro mas directo de el gran megalodón (Carcharadon Megalodon).
Podemos decir que el primero vivó hace unos 44 y 55 millones de años, durante el Paleoceno y el Eoceno, mientras que a nuestro megalodón le podemos situar muchos años mas tarde aproximadamente entre 19,6 y 2,6 millones de años durante inicios del mioceno hasta el final del Plioceno.(Menos mal que nuestros Australophitecus decidieron quedarse en tierra, si no si que hubieran vivido un verdadero ''terror'' al mas estilo de ``Steven Spielberg´´).
El gran tamaño de estos restos, incluidos los dientes que alcanzan hasta 168 mm de altura, ha despertado el interés en los diversos grupos de paleontologos y cientificos. En consecuencia, varios autores han intentado establecer relaciones alométricas precisas entre la altura del diente (o ancho del centro vertebral) y la longitud del cuerpo, y entre la longitud corporal y la masa corporal en tiburones existentes con el objetivo de inferir tamaños y masas de otodóntidos. Las estimaciones más aproximadas para la longitud corporal del "Megalodon" conocido popularmente son de unos 16 metros (no tan grande como nos lo pintan en la cultura popular,pero si un par de metros superando a su compañero en tamaño vivo actualmente, el tiburón ballena) lo que lo convierte en el tiburón megapredador más grande conocido entre taxones fósiles y existentes. Sin embargo, es sorprendente la escasez de estudios que aborden los factores que permitieron que los tiburones de esta familia alcancen tamaños tan grandes.
Las razones que subyacen a su gigantismo, patrones de distribución, y extinción, se han relacionado clasicamente con los factores climaticos y la evolucion y migración de los cetáceos durante el Paléogeno. Sin embargo, la mayoría de estas propuestas anteriores se basan en la idea de los otodóntidos como tiburones ectotérmicos, independientemente de las limitaciones ecológicas, energéticas y de tamaño corporal que esto implica.
Valorando estudios recientes, se ha sugerido la posible existencia de endotermia (más conocido como ''sangre caliente''), en estos tiburones abriendo así la puerta a una serie de nuevas interpretaciones. Estas proponen que la endotermia regional estaba presente en los otodóntidos y algunos taxones estrechamente relacionados (cretoxirhinidos), desempeñando un papel importante en la evolución del gigantismo y en permitir un modo de vida activo.La existencia de endotermia regional en estos grupos es apoyada por tres enfoques diferentes que incluyen aproximaciones isotópicas, inferencias de velocidad de nado y la aplicación de una metodología novedosa para evaluar el presupuesto energético y el costo de la natación en taxones extintos.
Estas tres líneas independientes de evidencia (es decir, datos isotópicos, estimaciones de velocidad de nado e inferencias metabólicas) apoyan firmemente la hipótesis de partida de este trabajo, fortaleciendo la evidencia de la existencia de endotermia regional en otodontos y cretoxirinidos. La detección de esta adaptación en tales grupos extintos conlleva una serie de implicaciones, algunas de ellas con importante significación en distintas disciplinas.
Como conclusión de los resultados, a partir de los metodos planteados, podemos plantear que los tamaños gigantescos alcanzados por algunos otodóntidos fueron el resultado de una tendencia evolutiva hacia tamaños corporales más grandes, es decir se esperaría una tendencia a estilos de vida menos activos en especies más grandes si todos los otodontes compartieran el mismo nivel metabólico. Este fenómeno está bien documentado en la evolución de los misticetos, donde las pequeñas formas basales extintas eran activamente carnívoras, mientras que las especies gigantes más derivadas son filtradores lentos (y las formas de tamaño intermedio eran probablemente filtradores facultativos).
Sin embargo, la existencia de estilos de vida macropredatorios similares en todas las especies de otodóntidos implica que formas más derivadas y más grandes tendrían niveles metabólicos más altos y, por lo tanto, la tendencia al gigantismo debería ir acompañada de una tendencia hacia una endotermia mejor desarrollada. Los factores que promovieron esta tendencia al gigantismo son poco conocidos. Se ha argumentado recientemente que este fenómeno podría ser el resultado de una presión selectiva a largo plazo sobre los otodóntidos que favorecen formas más grandes con un rango más amplio de presas. Por otro lado, el hecho de que los otodóntidos crecieron en tamaño proporcionalmente a los cetáceos durante el Neógeno, también podría sugerir que el gigantismo coevolucionó en ambos grupos como resultado de una carrera evolutiva entre depredadores y presas.
En cualquier caso, la adquisición de estructuras anatómicas y mecanismos fisiológicos que permitieron la endotermia regional en cretoxirinidas probablemente desempeñó un papel clave en la historia evolutiva posterior del linaje, actuando como desencadenante de la evolución del gigantismo en otodontidos más derivados, permitiendo estilos de vida macroporéticos activos y ayudarlos en la lucha por la supervivencias.
Y bueno chicas y chicos, hasta aqui el post de hoy, espero que os haya interesado como a mí, y hayáis podido comprender cientificamente un poquito más y llegado a conocer las causas sobre la evolución y origen de esta gran especie (literalmente), tan mitificada en la ciencia ficción y el imaginario popular.
Un saludo, ¡y nos vemos en el siguiente post!
Referencias:
Podemos decir que el primero vivó hace unos 44 y 55 millones de años, durante el Paleoceno y el Eoceno, mientras que a nuestro megalodón le podemos situar muchos años mas tarde aproximadamente entre 19,6 y 2,6 millones de años durante inicios del mioceno hasta el final del Plioceno.(Menos mal que nuestros Australophitecus decidieron quedarse en tierra, si no si que hubieran vivido un verdadero ''terror'' al mas estilo de ``Steven Spielberg´´).
El gran tamaño de estos restos, incluidos los dientes que alcanzan hasta 168 mm de altura, ha despertado el interés en los diversos grupos de paleontologos y cientificos. En consecuencia, varios autores han intentado establecer relaciones alométricas precisas entre la altura del diente (o ancho del centro vertebral) y la longitud del cuerpo, y entre la longitud corporal y la masa corporal en tiburones existentes con el objetivo de inferir tamaños y masas de otodóntidos. Las estimaciones más aproximadas para la longitud corporal del "Megalodon" conocido popularmente son de unos 16 metros (no tan grande como nos lo pintan en la cultura popular,pero si un par de metros superando a su compañero en tamaño vivo actualmente, el tiburón ballena) lo que lo convierte en el tiburón megapredador más grande conocido entre taxones fósiles y existentes. Sin embargo, es sorprendente la escasez de estudios que aborden los factores que permitieron que los tiburones de esta familia alcancen tamaños tan grandes.
Las razones que subyacen a su gigantismo, patrones de distribución, y extinción, se han relacionado clasicamente con los factores climaticos y la evolucion y migración de los cetáceos durante el Paléogeno. Sin embargo, la mayoría de estas propuestas anteriores se basan en la idea de los otodóntidos como tiburones ectotérmicos, independientemente de las limitaciones ecológicas, energéticas y de tamaño corporal que esto implica.
Valorando estudios recientes, se ha sugerido la posible existencia de endotermia (más conocido como ''sangre caliente''), en estos tiburones abriendo así la puerta a una serie de nuevas interpretaciones. Estas proponen que la endotermia regional estaba presente en los otodóntidos y algunos taxones estrechamente relacionados (cretoxirhinidos), desempeñando un papel importante en la evolución del gigantismo y en permitir un modo de vida activo.La existencia de endotermia regional en estos grupos es apoyada por tres enfoques diferentes que incluyen aproximaciones isotópicas, inferencias de velocidad de nado y la aplicación de una metodología novedosa para evaluar el presupuesto energético y el costo de la natación en taxones extintos.
Estas tres líneas independientes de evidencia (es decir, datos isotópicos, estimaciones de velocidad de nado e inferencias metabólicas) apoyan firmemente la hipótesis de partida de este trabajo, fortaleciendo la evidencia de la existencia de endotermia regional en otodontos y cretoxirinidos. La detección de esta adaptación en tales grupos extintos conlleva una serie de implicaciones, algunas de ellas con importante significación en distintas disciplinas.
Como conclusión de los resultados, a partir de los metodos planteados, podemos plantear que los tamaños gigantescos alcanzados por algunos otodóntidos fueron el resultado de una tendencia evolutiva hacia tamaños corporales más grandes, es decir se esperaría una tendencia a estilos de vida menos activos en especies más grandes si todos los otodontes compartieran el mismo nivel metabólico. Este fenómeno está bien documentado en la evolución de los misticetos, donde las pequeñas formas basales extintas eran activamente carnívoras, mientras que las especies gigantes más derivadas son filtradores lentos (y las formas de tamaño intermedio eran probablemente filtradores facultativos).
Sin embargo, la existencia de estilos de vida macropredatorios similares en todas las especies de otodóntidos implica que formas más derivadas y más grandes tendrían niveles metabólicos más altos y, por lo tanto, la tendencia al gigantismo debería ir acompañada de una tendencia hacia una endotermia mejor desarrollada. Los factores que promovieron esta tendencia al gigantismo son poco conocidos. Se ha argumentado recientemente que este fenómeno podría ser el resultado de una presión selectiva a largo plazo sobre los otodóntidos que favorecen formas más grandes con un rango más amplio de presas. Por otro lado, el hecho de que los otodóntidos crecieron en tamaño proporcionalmente a los cetáceos durante el Neógeno, también podría sugerir que el gigantismo coevolucionó en ambos grupos como resultado de una carrera evolutiva entre depredadores y presas.
En cualquier caso, la adquisición de estructuras anatómicas y mecanismos fisiológicos que permitieron la endotermia regional en cretoxirinidas probablemente desempeñó un papel clave en la historia evolutiva posterior del linaje, actuando como desencadenante de la evolución del gigantismo en otodontidos más derivados, permitiendo estilos de vida macroporéticos activos y ayudarlos en la lucha por la supervivencias.
Y bueno chicas y chicos, hasta aqui el post de hoy, espero que os haya interesado como a mí, y hayáis podido comprender cientificamente un poquito más y llegado a conocer las causas sobre la evolución y origen de esta gran especie (literalmente), tan mitificada en la ciencia ficción y el imaginario popular.
Un saludo, ¡y nos vemos en el siguiente post!
-Ferrón HG (2017) Regional endothermy as a trigger for gigantism in some extinct macropredatory sharks.
PLoS ONE 12(9): e0185185.
- https://doi.org/10.1371/journal.pone.0185185
1 comentario:
Hay que escribir correctamente los nombres científicos de géneros y especies.
El artículo es del año pasado, cuando específicamente se pide hablar sobre trabajos de 2018.
Podrías añadir enlaces sobre términos o grupos taxonómicos.
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