Un
buen paleontólogo (¡un buen científico!) ha de fijarse en los detalles. Pues
son precisamente los más mínimos detalles de los grandes hallazgos científicos
los que pueden ser de mayor importancia, y no siempre se tienen en cuenta.
De
estos detalles precisamente se van a ocupar mis publicaciones, inspirado por el trabajo de unos científicos italianos (First record of Phormia regina(Meigen, 1826) (Diptera: Calliphoridae) from mummies at the Sant’Antonio Abate Cathedral of Castelsardo, Sardinia, Italy) que encontraron, en unas momias del siglo
XVIII, en la cripta de una iglesia de Cerdeña, pupas de Phormia regina, una especie de
mosca que no existe en la actualidad en la isla. Gracias a este repentino
hallazgo de las cápsulas de los dípteros, se ha podido, mediante las técnicas
de la llamada “Entomología forense”, contar la historia de las muertes de los
sujetos en cuestión, y mediante la paleobiogeografía, trazar la pasada
distribución de uno de los insectos con mayor representación en Europa.
Momias en paleontología.
Las momias que se han encontrado de la gran fauna pleistocénica
se pueden considerar famosas incluso, ya que con estas momias de Mammuthus primigenius, Coelodonta
antiquitatis o Bison priscus se ha considerado la posibilidad de la clonación
y reintroducción de estos y otros elementos emblemáticos de la megafauna de la última
glaciación en ambientes aislados, ya que se ha llegado a postular que su desaparición
fue a causa de la caza intensiva por parte de nuestros parientes lejanos de entonces.
Y es que precisamente estas momias, como han sufrido procesos de fosilización
natural, es decir, en la mayoría de los casos, congelación rápida y posterior
secado lento, conservan aún mucha información aparte del espécimen en sí:
tierra, polen, parásitos... que son muy interesante para aprender acerca de la
biología de las especies halladas, pero también de su ecología, etología, y hasta
para poder establecer un marco más global, sirviendo como datos en
investigaciones de paleoclimática, por ejemplo.
También se consideran momias en muchas fuentes, sin serlo
realmente, los casos, contables y contados, de fosilización de tejido blando,
que ha dado lugar a la conservación de órganos, escamas, plumas y demás
estructuras poco conocidas de los dinosaurios; por lo que estos especímenes son
muy valiosos (tanto, que habrá que dedicarles un post aparte…).
Uno de los casos
más interesantes es el de la Paleoparasitología, no como ciencia pura, sino
como lo que nos ha ayudado a comprender del pasado de nuestro planeta en cuanto
a vidas animales, vegetales e incluso humanas. La paleoparasitología es un
sector incipiente de la paleontología: los exoparásitos (es decir, parásitos
externos) no se conservan, salvo en muy raros y contados casos, en el proceso
de fosilización, y los endoparásitos solo
han podido ser estudiados en material primitivo no fosilizado: en
momias.
Casos concretos, de lo más sorprendentes.
Muchos son los trabajos que han descrito hallazgos increíbles
e insospechados en las momias animales halladas; pero por poner algún ejemplo
para fundamentar el artículo, yo destacaría el hallazgo de pupas de Protophormia terraenovae en momias degrandes mamíferos hallados en Bélgica. Gracias a el hallazgo de las moscas en
los especímenes se ha podido saber mucho más: se ha podido conocer con
precisión cuánto tiempo estuvieron los animales muertos antes de ser congelados
y enterrados, y se ha podido establecer, en base al desarrollo de las pupas,
que la muerte de los especímenes tuvo que darse a finales del invierno,
comienzos de la primavera.
Otro hallazgo insospechado, y un poco menos agradable, es el hallazgo en un yacimiento de permafrost en Alaska, en el que se encuentran también
más animales momificados, una pila de haces congeladas de mamut. Este hallazgo ha
supuesto un avance en el conocimiento de la biología y ecología de Mammuthus primigeniu. El estudio de esas heces ha llegado a proponer
la teoría, pendiente de demostración por
la ausencia de especímenes como este, que los mamuts practicaban la
coprofagia, es decir, comían heces. Esto se ha comprobado gracias a la exanimación
del –espécimen de naturaleza escatológica- al microscopio: se han podido ver esporocarpos
del hongo Podospora conica hongo
coprofílico, es decir que se desarrolla en las heces. Más especulaciones del
trabajo americano-holandés señala a que las heces consumidas por el mamut
carecen de ácido biliar, por lo que sería seguramente de otro mamut.
¿Hacia qué se van a orientar las siguientes publicaciones?
El sector de las momias en la paleontología está poco
trabajado, debido principalmente a que, aunque ya se han encontrado bastante
especímenes, son todos de una época muy reciente, de hecho, ya convivían seguramente
alguno de los animales momificados que conservan los grandes museos del mundo,
con el Homo sapiens. Una vez se investiga
sobre el tema, se encuentra que tienen una gran importancia en el estudio del
Cuaternario.
Esta serie de publicaciones tendrán como tema el divulgar
acerca de los detalles de las momias que han sido estudiadas por la
paleontología, tanto de grandes vertebrados como de las pequeñas pulgas que
estos pueden contener en su pelaje… También le dedicaremos contenido a las “momias
honoríficas” que antes he mencionado, a los casos de fosilización excepcional
de dinosaurios: de pieles de individuos, o de más tejidos blandos. Otro sector
de estudio insospechado para la paleontología (contradictorio incluso) son
momias humanas, tanto prehistóricas como históricas: pues hay en muchos casos
en los que los arqueólogos han tenido que derivar sus investigaciones en paleontólogos, por que han encontrado argumentos
para estudios de paleoclimatología, paleobiogeografía e incluso paleomedicina.
Bibliografía:
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1 comentario:
Habría que haber profundizado algo más en el trabajo de 2018 que desencadenó la entrada. Por lo demás, bastante bien.
Las referencias deben seguir el formato del blog... Y sólo se incluyen las que se citen en el texto.
Muy buena selección de etiquetas.
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