lunes, 30 de abril de 2018


¿AFECTA EL DIMORFISMO SEXUAL A LA EXTINCIÓN DE UNA ESPECIE?

El dimorfismo sexual o las variaciones en la fisonomía externa, como forma, coloración o tamaño, entre machos y hembras de una misma especie se presentan en la mayoría de las especies, en mayor o menor grado.
En la gran parte de las especies de insectosarañasanfibiosreptilesaves rapaces, etc. las hembras son más grandes que los machos, mientras que en los mamíferos el macho suele ser el de mayor tamaño, algunas veces de modo muy notable.
Por ejemplo, observamos el dimorfismo de color en los pájaros en los que las hembras presentan una coloración escasa para permanecer oculta en el nido, mientras que los machos tienen una coloración brillante la cual usa en exhibiciones de cortejo y comportamientos territoriales. Otro buen ejemplo de arma sexualmente dimórfica es la cornamenta de los ciervos la cuál usan para luchar, defenderse a sí mismos y sobre todo, a sus crías lo que exaltará la atención de la hembra a la hora de elegir un macho para reproducirse.
También se da el caso de que individuos del mismo sexo presenten distinto aspecto morfológico, lo que recibe el nombre de polimorfismo sexual. Destacan en este sentido los caracoles donde se puede observar el polimorfismo sexual en sus caparazones, es decir, en una especie dos miembros del mismo sexo pueden ser completamente distintos.
Ahora bien, resulta conveniente aclarar que no todas las especies de animales presentan dimorfismo sexual. Muchos reptiles con los órganos sexuales internos, no demuestran notorias diferencias externas entre los especímenes de diferente sexo.
Hoy en día, sabemos por un estudio publicado por MJF Martins (Investigador de la Smithsonian Institution, Washington) en la revista Nature que este dimorfismo sexual tiene importantes consecuencias dentro de una especie pudiendo llegar, en último término, a la extinción.
Este estudio afirma tras el análisis de las formas y tamaños de los exoesqueletos de 93 especies de ostrácodos, que en aquellas especies en las que los machos eran muy diferentes a las hembras tenían un peor pronóstico para la existencia continuada. Estos ostrácodos son una clase de crustáceos de muy reducido tamaño que habitaban en lo que ahora es el este del Misisipi, entre 84 y 66 millones de años atrás, durante el período Cretácico superior. Los ostrácodos macho cuentan con un exoesqueleto más alargado que las hembras, ya que sus órganos reproductores necesitan más espacio y, por ello, su concha debe ajustarse a un mayor tamaño.

Por lo tanto, estos autores llegan a la conclusión de que las especies con mayores diferencias sexuales eran las más probables de extinguirse incluso hasta 10 veces más que las especies con un dimorfismo sexual menos pronunciado puesto que los fósiles revelaban que cuando los machos son más grandes y alargados que las hembras, esas especies tienden a no durar tanto en vida.
Partiendo de esta base, se plantea si el dimorfismo sexual es realmente un significativo factor de riesgo que pueda poner en peligro el conservacionismo de la especie abriendo la puerta a la selección sexual o habilidades de supervivencia entre machos y hembras para sobrevivir en un entorno determinado. Esto, a su vez, genera presiones entre machos y hembras lo que tendrá el poder de ayudar o dificultar la persistencia de la población o especie entera.
Es decir, si los machos tienen un rendimiento óptimo el cual puede ayudar a las tareas realizadas por las hembras como por ejemplo a la hora de cuidar los huevos los machos son fuertes y garantizan la protección del nido, se conducirá a un genoma que se adapte mejor a lo largo del tiempo y se descartará a los machos de rendimiento subóptimo lo cual mejoraría la supervivencia de la especie. No obstante, existe la posibilidad de que el éxito masculino perjudique la supervivencia de las hembras. Por ejemplo, las lagartijas macho común compiten tan intensamente que muerden a las hembras durante el sexo, reduciendo su esperanza de vida y las posibilidades de que tenga más crías.
Dadas estas repercusiones, científicos estadounidenses de la mano de MJF Martins intentaron por todos los medios saldar estos problemas de extinción.
Así, plantean teóricamente una reproducción asexual que evite por todos los medios la lucha entre organismos de la misma especie aunque prácticamente reconocen la dificultad de ello. Sin embargo, se ha conocido este año que el pez molusco amazónico (Poecilia formosa) tiene un genoma de sorprendentemente buena calidad, incluso después de aproximadamente 500,000 generaciones de reproducción asexual. Además, introducen una técnica denominada “evolución experimental” basada en restringir el apareamiento a pares monógamos (relación de la pareja que mantiene un vínculo sexual exclusivo/ideal durante el período de reproducción y crianza) al mismo tiempo que permite que la competencia por parejas continúe en la misma especie.
Estos autores estadounidenses pretenden solucionar los problemas dentro de la misma especie por lo que tratan de introducir estos métodos así como la evolución experimental en las especies que se encuentran en la Lista Roja generada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza donde se encuentran las especies en peligro de extinción. Sin embargo, la evolución experimental se lleva a cabo en un laboratorio, mientras que las amenazas actuales a la persistencia de las especies en gran parte tienen causas humanas.


REFERENCIAS:



2 comentarios:

Manuel Hernández Fernández dijo...

Unas etiquetas no vendrían mal.

Manuel Hernández Fernández dijo...

Por cierto, el artículo del que escribes es:

Fernandes Martins, M.J. et al. (2018) High male sexual investment as a driver of extinction in fossil ostracods. Nature, 556: 366–369.