Witton, M. P. (2018). Pterosaurs in Mesozoic food webs: a review of fossil evidence. Geological Society, London, Special Publications, 455(1), 7-23.
¡Hola blogueros! Hoy voy a daros unos consejos para organizar una cena perfecta si decidís invitar a nuestros ya amigos los pterosaurios.
Sabéis que siempre es difícil acertar con la comida para que todos los comensales salgan agradados de casa. En este caso, lo es aún más si cabe, ya que no están muy claras sus preferencias. Para ello he estado investigando y os traigo lo que podrían ser las claves para conquistar a un pterosaurio por el paladar.
Si queremos conocer los hábitos alimenticios de
los pterosaurios tenemos que recurrir al registro fósil, donde
observaremos lo preservado en el intestino, estómago y coprolitos
(aunque lo cierto es que de estos últimos hay pocos😟).
Más adelante veremos que los dientes son también una significativa fuente de información.
Sin embargo, aunque el registro fósil y el
interés hacia nuestros animalitos está creciendo, todavía no hay un
número suficiente de fósiles, aun así, encontramos entre los más
importantes a Rhamphorhynchus, frecuentes en el Jurásico, (estos
fueron consumidos por especies acuáticas, lo que coincide con que quizá
tuvieran una vida cercana al medio marino) y los pterosaurios azhdarchid,
de los que hablamos en la publicación anterior y que fueron consumidos
por dinosaurios y Crocodyliformes, confirmando así su posible vida
terrestre.
¿Y por qué hablamos de los pterosaurios como alimento? Pues porque es importante para saber localizarlos, entre otras cosas!
En general, podemos decir que los pterosaurios
podían adaptarse a diferentes dietas, y que la variedad de su estilo de
vida dependía en gran parte del vuelo.
ENTONCES, YENDO AL GRANO, ¡¿QUÉ LES PODEMOS DAR DE COMER?!
Pues bien, aunque no siempre está claro el
contenido intestinal por la conservación de las tripas, algunos
alimentos quedaron registrados al ser su textura grabada por los ácidos
digestivos. Entre estos ‘grabados’ contamos con las escamas ganoideas atribuidas al género de peces Parapholidophorus.
Para ser más concretos, en fósiles de Rhamphorhynchus se encontraron restos de peces grandes, parcialmente articulados y algo digeridos por la zona del tronco.
Por
la forma en la que se encontró, se deduce que fueron tragados enteros y
cabeza abajo (ventaja para nuestra cena: no habrá que trocearles el
pescado!). Pero si no tenéis pececitos no os preocupéis, también comían crinoideos y crustáceos.
Torso con restos de peces parcialmente digeridos de Rhamphorhynchus muensteri. |
Cráneo y cuello de Rhamphorhynchus muensteri, mostrando restos parciales de peces en la región de la garganta. |
En
estos fósiles no solo encontraron lo que yo llamo ‘productos marinos’,
también había un misterioso material… nada más y nada menos que un
posible pequeño vertebrado!
También contamos con otros fósiles como el de Scaphognathus crassirostris, donde se encontraron restos de un pez bastante común: Leptolepides.
Fósil de Leptolepides. |
Y ESTO NO ES TODO, quiero contaros algo que a mí me dejó un poco loca, y es que en Argentina encontraron a un Pterosautro guinazui,
y ¿sabéis que había en sus tripas? Arena y grava! (interpretados como
geogastrolitos) cuya función pudo ser la de ayudar a digerir alimentos
difíciles.
Bueno lo cierto es que no les gustaba mucho lo verde, de hecho se ha asociado la dentadura con forma de lanza de Ludodactylus para un ser piscívoro y no herbívoro.
A
esta conclusión se llegó al creer que pudo confundir una hoja con un
componente de su dieta normal, o simplemente, lo atrapó junto a otros
alimentos, y esta (que encima era afilada) quedó en la bolsa gular.
Hay evidencias de que intentó desalojar la hoja, pero se vio incapaz y murió. (Final trágico.)
A continuación, os voy a hablar de los dientes y
de lo importante que es conservarlos para que dentro de unos cuantos
millones de años nuestros sucesores sepan qué darnos de comer si
volvemos a la vida (si es que para dentro de tanto tiempo sigue habiendo
humanos o algo por el estilo).
Bien, se han encontrado arañazos microscópicos que
crean texturas superficiales características que van a variar según la
dieta. Un análisis en dientes del pterosaurio Dimorphodon macronyx demostró
que el desgaste de sus dientes sugería un banquete de insectos y
vertebrados terrestres. (¡Buenas noticias!, vamos aumentando los
ingredientes para la cena)
Y
PARA IR FINALIZANDO LA PUBLICACIÓN, si no tenéis a mano ninguno de
estos ingredientes, podéis decirles esa noche que os los traigan ellos
mismos, porque sí, hay evidencias de que estos animales pudieron cazar
en la oscuridad. Esto se sabe por el ‘anillo escleral’ del hueso
dentro del ojo, que es grande en relación con el diámetro externo y por
lo que el ojo estaría bien adaptado para tratar con niveles bajos de
luz.
Esto no quiere decir que todos tuvieran esta habilidad, Archaeopteryx lithographica y Confuciusornis sanctus no, aunque cabe resaltar que no eran pterosaurios como tal, sino aves prehistóricas.
Ctenochasma elegans, un ejemplo de pterosaurio con capacidad de cazar en la noche. |
QUE PUEDE SERVIROS DE UTILIDAD
PARA ACABAR DE ENTENDER ALGUNOS CONCEPTILLOS:
- Escamas ganoideas: tienen forma de rombo y están cubiertas con una capa similar a un esmalte. Actualmente, los esturiones serían un ejemplo de estas escamas.
- Crinoideos: también conocidos como lirios de mar, tienen un esqueleto de calcita macizo y fueron abundantes en las profundidades de los fondos marinos no muy profundos Paleozoicos.
- Bolsa gular: bolsa de piel inflable presente en la región cervical en algunas especies de aves, mamíferos, reptiles y anfibios, utilizada para amplificar sonidos, almacenar alimentos o el cortejo.
- Anillo escleral: formación compuesta por huesecillos en el interior de la esclerótica del ojo de las aves.
Y
con esto me despido hasta la próxima publicación, espero que os haya
gustado y lo hayais leído hasta aquí, sin saltaros ni una sola coma.
- Pickrell, J. (2018). Tooth scratches reveal new clues to pterosaur diets. Nature, 553(7687), 138.
- Schmitz, L. & Motani, R. Science doi:10.1126/science.1200043 (2011).
- Witton, M. P. (2018). Pterosaurs in Mesozoic food webs: a review of fossil evidence. Geological Society, London, Special Publications, 455(1), 7-23.
9 comentarios:
Me declaro fan incondicional de tus entradas. Muy interesante y fácil de leer.
¡Esperando con ganas la siguiente!
Muchas gracias Lara! espero seguir mejorando mis publicaciones para que sigan gustando!
Comparto la opinión de Lara. Me encantan tus entradas porque las haces entretenidas y muy muy fáciles de leer, tanto que cuando acabas de leerlas es como....¿yaaa? ¡QUIERO MÁS!
Gracias Marta! Muy amable tu comentario 😊 y te digo lo mismo que a Lara, seguiré intentando mejorarlos!
Hola, lo primero de todo decir que tu entrada me ha gustado mucho porque se me ha hecho muy entretenida y fácil de leer, pero tengo una dudilla. ¿Cuál es exactamente la relación entre saber de qué se alimentaban y su localización? Bueno, pues espero con ganas tu siguiente entrada!!
Gracias por haberle dedicado tiempo a mi publicación Beñat; en contestación a tu pregunta te digo que la relación es especialmente importante en los pterosaurios porque según donde se localicen podemos deducir si se alimentaban de una cosa u otra. Y digo que lo es especialmente porque a día de hoy no hay suficientes ejemplares en los que investigar su alimentación, esto hace que localizarles sea un punto clave a la hora de conocer más sus hábitos y 'gustos culinarios'.
Espero que esto te haya aclarado la duda :D
Sobre las referencias: hay que citarlas en el texto para poder referenciarlas, y el formato de las referencias debería ajustarse al modelo del blog.
Las etiquetas podrían ser más numerosas.
Y el miniglosario podría complementarse con enlaces donde haya explicaciones más exhaustivas.
A modo de aclaración, aves mesozoicas como Archaeopteryx y Confuciusornis no eran pterosaurios.
Por lo demás, muy bien.
Otro problema que acabó de ver es que el artículo fue publicado en 2017... Y la tarea encomendada se refiere a trabajos de este año...
Corrección: cuando vas a la web de la revista (o te bajas el PDF artículo) claramente estipula que fue publicado en 2017 (concretamente en Febrero). Sin embargo, efectivamente el volumen de la revista es de 2018 (http://sp.lyellcollection.org/content/455/1). Este es uno de los pocos problemas que se producen en las publicaciones on-line.
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