Ya casi metidos de
lleno en el mes de junio y con exámenes al acecho, hace ahora justamente un año,
nuestro compañero de la querida asignatura de Paleontología General Rayco José
Cano González en la síntesis final de su blog comentaba y a la vez aconsejaba a
los futuros alumnos, entre los cuales me incluyo, que a la hora de escribir
nuestras entradas deberíamos elegir un tema que llamara la atención y sobre
todo con el que nos divirtiéramos haciéndolo.
No he de negar que
ha sido un trabajo de consulta muy laborioso sobre todo por la cantidad de
noticias de carácter paleontológico que iban apareciendo en las diferentes
publicaciones a lo largo de estos meses. He seguido su consejo y animo
a las futuras promociones de geólogos a hacerlo también.
Creo que ha
merecido la pena y me he divertido con ello. Cuando en febrero de 2016 leí que
un grupo de paleontólogos encabezados por el experto en huellas de dinosaurio
Martin Lockley había descubierto en Colorado unos violentos arañazos en el
sedimento cretácico atribuidos a un terópodo grandote en plena ceremonia de
cortejo frente a su amada, decidí lanzarme a la aventura bloguera en un tema
fundamental en la evolución sobre nuestro planeta:
"El comportamiento socio-sexual de las
especies a lo largo de la historia de la vida en la Tierra"
Pese a que en pleno
siglo XXI el término socio-sexual causa recelo en algunos Homo sapiens que lo asocian a algo oscuro o de contenido poco
recomendable para todos los públicos, no debemos olvidar que cualquiera que
ahora mismo esté leyendo tranquilamente esta síntesis, tiene sus orígenes en
este tipo de relación… digo yo…
En fin, fuera de
comentarios cámbricos (con perdón de los trilobites y otros organismos), a
principios de marzo vino al mundo “Amar en tiempos cretácicos”, mi primera
entrada cuyo gif final creo que fue durante algunos días trending topic dentro y fuera de clase…
En él vimos como
este tipo de marcas aun hoy y pasados 100 millones de años, siguen siendo el modus
operandi de algunas aves a la hora de encontrar novia, asunto de gran valor
científico ya que son las primeras manifestaciones observadas del comportamiento
sexual en un tipo de dinosaurio.
Y como 20 millones
de años pasan en un suspiro, llego abril con la aparición a escena de mi
querida ovejita cretácica Protoceratops
andrewsi al que hice protagonista de la segunda entrada gratamente
evaluada, lo que agradezco enormemente. En “Protoceratops buscan esposa” de
nuevo el cortejo entre individuos de la misma especie con un fin sexual.
Estupendo trabajo
de los científicos de la Queen Mary University de Londres sobre fósiles de este
ornitisquio localizados en el desierto de Gobi en Mongolia y basado en el
aumento desproporcionado de la gola que este animal poseía en el cuello. Esta
alometría positiva pudo ser un reclamo para atraer a potenciales parejas como
sucede en numerosas especies actuales, en las que estructuras exageradas en el
cuerpo del individuo están asociadas a su conducta socio-sexual, teoría ya
predicha por el gran Charles Darwin en su “Origen de las especies” (1859).
Y por supuesto como
no recordar mis ataques de alergia primaveral en el mes de mayo, que aunque
aparentemente poco relacionadas con el tema general elegido, fueron la base de la
tercera entrada.
Entre estornudo y
estornudo “Neandertales y sapiens… & viceversa” tomaron cuerpo y nos llevaron
100000 años atrás, un estornudito en la historia de la vida sobre la Tierra.
Fuimos de viaje con
nuestros primeros tatarabuelos sapiens en su lento camino abandonando África y coincidiendo
en Oriente Medio con los neandertales que
vivían por allí, tema que ha sido fuente incesante de información en medios
internacionales durante los últimos meses.
Y allí pasó lo que
pasó… que hibridamos y seguro que también nos cortejamos con ellos en un bonito
affaire paleolítico en el que
corpulentos neandertales tirarían los tejos a macizas sapiens… y viceversa... con unos “te quiero”
a su manera.
De aquellas
relaciones sexuales heredamos un peso genético en nuestro ADN que nos
proporcionó un sistema inmunológico de primera, pero que a la vez nos convirtió
en seres alérgicos debido al efecto secundario de llevar consigo esa carga,
como se demostró en el prestigioso Instituto Max Planck de Antropología
Evolutiva de Leipzig, en el que trabajan científicos españoles.
Pero no solo las
alergias, el estar deprimido, ser propenso al infarto de miocardio, la
obesidad, los dolores de tripas (que también he heredado), los problemas de
piel por efecto del sol y el riesgo de adicción al tabaco, son también consecuencia
de aquellos momentos de pasión en el Pleistoceno Superior.
Pues pasó que esta
hibridación permitió que Homo sapiens
se adaptara mejor al clima de entonces, una creciente esterilidad de los machos
híbridos entre ambas especies, la baja densidad de población neandertal así como
su menor distribución geográfica propició la definitiva extinción de Homo neanderthalensis hace unos 30000
años.
Para José María Bermúdez de Castro del “Proyecto Atapuerca” lo que ocurrió fue “una competencia entre especies, en la que la
preponderante aprovecharía mejor los recursos del medio”.
Desde entonces
somos el único género Homo sobre la
Tierra y como dice Juan Luis Arsuaga en su magnífico libro “La especie elegida”
(1998), “aunque en el aspecto genético somos unos primates muy próximos a los chimpancés
y un producto de la evolución, constituimos un tipo de organismo radicalmente
diferente a todos los demás. Somos los únicos seres que preguntan por el
significado de la propia existencia”.
Efectivamente somos
el culmen de la evolución de las especies sobre la Tierra pero cada vez es más habitual
leer en diferentes medios de comunicación y redes sociales como el planeta está
soportando el tan nombrado “efecto invernadero” por la excesiva emisión de gases
contaminantes a la atmósfera. Cada año el nivel de hielo en los casquetes
polares disminuye a un ritmo poco deseado y las luchas por los territorios y
los recursos naturales, con la consiguiente degradación de los ecosistemas, son
desgraciadamente cada día más frecuentes.
Esperemos que en un
futuro nadie pueda decir aquello de “Cuéntame que pasó con el planeta Tierra”…
“Solo
somos una raza avanzada de primates en un planeta menor que gira alrededor de
una estrella normal y corriente en el extrarradio de una entre 100000 millones
de galaxias. Sin embargo podemos comprender el Universo. Eso nos convierte en
algo muy especial”. Stephen W. Hawking.
¡¡SUERTE A TOD@S Y HASTA SIEMPRE!!
2 comentarios:
Arregla algunas cursivas que se te han escapado.
Corregido. Gracias!!
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