“En la Antártida sólo hay hielo”,
unas cuantas familias de pingüinos y
algunas focas.
Más allá de lo que pueda parecer, este es un
continente con una gran diversidad faunística, estando sus aguas pobladas por el
mayor número de ballenas azules (Balaenoptera
musculus) del planeta. Incluso viajando unos cuantos millones de años atrás
en el tiempo, la Antártida ha sido hogar de muchos animales ya extintos hoy en
día.
Figura 1: Pygoscelis adeliae vs. Pygoscelis adeliae
Un ejemplo de ello son los Ammonites, una
subclase de moluscos cefalópodos extinguidos a finales del Cretácico. La causa de la extinción de los Ammonites, es
todavía un misterio, aunque se especula que podría estar relacionada con la
desaparición de grandes cantidades de plankton, lo que constituía el alimento
de estos cefalópodos, dando lugar a un colapso de la cadena alimentaria y
causando así la desaparición de esta subclase (Sepulveda et al., 2009; Alegret
et al., 2011; Hull and Norris, 2011; Sogot et al., 2013).
Figura 2: Distintos cefalópodos. De izquierda a derecha, téutido (calamar), Ammonites y pulpo (Octopus vulgaris).
El pasado mes de Marzo, fue publicado el
artículo “Evolution and extinction ofMaastrichtian (Late Creatceous) cephalopods from the López de BertodanoFormation, Seymour Island, Anctartica"1, que pretende
arrojar luz sobre el momento y las causas de la extinción de los Ammonites este
lugar, mediante la presentación de nuevos datos, tanto muestras fósiles como
evidencias paleoestratigráficas, recogidas en la zona donde se sitúa uno de los
escasos afloramientos del Límite Cretácico-Paleógeno (O límite C-Pg) de la
Tierra, en la Isla Seymour, una localización ampliamente estudiada durante
mucho tiempo (por ejemplo, por el descubrimiento de restos de mamíferos del Eoceno en el 2013).
Los fósiles fueron encontrados en la
Formación López de Bertodano, que forma la parte superior del grupo
estratigráfico Marambio, de unos 3000 m de espesor y alrededor de 70 km2
de superficie, que aflora en la Isla Seymour como una mezcla de limos arcillosos
y arcillas limosas, con estratos esporádicos más ricos en arcillas y arenas
(Macellari, 1998; Crame et al., 2004; Olivero et al., 2007, 2008).
Figura 3: Localización de la Formación López de Bertodano en Seymour Island (arriba izquierda). Mapa esquemático de la zona (abajo). Esta imagen se encuentra en el artículo original.
Como ya hemos dicho anteriormente, los
Ammonites se sitúan en el registro fósil de la Tierra situados entre el
Devónico y el Cretácico Superior, lo que significa que estuvieron presentes en
los mares y océanos durante más de 334 millones de años, y a lo largo de casi todas las latitudes y longitudes del planeta, con una amplísima distribución global. Estas razones, además de su gran abundancia, les
convierte en excelentes fósiles guía para datar rocas y definir sucesiones de
biozonas. Que fueran capaces sobrevivir durante tantísimo tiempo hace mucho más
intrigante su extinción. ¿Qué ocurrió
para que desaparecieran los Ammonites?
El Límite C-Pg
A finales del Cretácico ocurrió algo que
acabó con la vida de una gran parte de los seres vivos que poblaban la Tierra,
entre ellos la mayoría de los dinosaurios, los reptiles voladores, gran parte
de los reptiles acuáticos y, como ya hemos visto anteriormente, los Ammonites. La
hipótesis más aceptada sobre la causa de esta extinción masiva es el impacto de
un objeto extraterrestre contra nuestro planeta, que dio lugar a una elevación
en los niveles de Iridio en la superficie terrestre, según la "Hipótesis Álvarez", desarrollada por el físico Luis Álvarez, ganador del Premio Nobel en el año 1968, y el geólogo Walter Álvarez.
Este suceso separó y diferenció claramente
dos momentos de la historia de la Tierra, dando lugar a lo que hoy en día
llamamos Límite Cretácico-Paleógeno o Límite C-Pg (o Límite K-T).
Durante la investigación llevada a cabo en la
Isla Seymour, fueron encontrados 700 macrofósiles de cefalópodos. En
total, catorce especies de Ammonites, de
ocho géneros distintos fueron identificadas, así como una especie de
nautiloideos.
Las excavaciones revelaron los primeros
fósiles a 95 m. bajo el Límite C-Pg con la aparición de numerosos individuos de
Diplomaceras cylindraceum, seguidos
por fragmentos de Maorites tuberculatus,
que aparecieron a los 235m. Más adelante, hacia los 330 m, aparecen ejemplares
bien preservados de Pseudophyllite
scf. loryi. A 370 m. aparece una capa
con ejemplares de belemnites, Dimitobelus
seymouriniensis. Continuamos descendiendo y aparecen niveles con numerosas
muestras de tubos de serpúlidos Rotularia
y algunas espinas de equinoideos y más ejemplares de M. tuberculatus. Este horizonte contiene la primera aparición de
nautiloideos, representados por Eutrephceras
dorbignyanum. En definitiva, se describe una amplia diversidad faunística a
lo largo de la sección en la que se llevó a cabo el estudio.
Figura 4: Fotos de algunos de los fósiles encontrados. A, Anaguadryceras seymouriense; B, Zelandites varuna; C, Pseudophyllites cf. loryi; D, Eutrephoceras dorbignyanum; E, Grossouvrites johare; F, Kitchinites laureau; G, Dyplomaceras cylindraceum. Esta imagen se encuentra en el artículo original.
Figura 5: A, Maorites cf. weddelliensis; B, Maorites densicostatus; C, Maorites tuberculatus; D, Maorites seymourianus; E, Kitchinites sp.; F, Pachydiscus ultimus; G, Pachydiscus riccardii. Esta imagen se encuentra en el artículo original.
Los autores de la investigación en la Isla
Seymour sometieron a análisis geoquímicos a ciertas muestras de materiales de
la Formación López de Bertodano y encontraron picos en la concentración de
iridio en los niveles de arenas en los que se encontraron la mayor parte de los
Ammonites. Esto significa que si los materiales de edad posterior al impacto del objeto extraterrestre tienen niveles altos de iridio, y los ammonites se encontraron en materiales de este tipo, presentando así una cantidad anormal de este elemento en su composición, los ammonites murieron por causa del impacto y quedaron enterrados por arenas ya ricas en iridio. De esta forma, los investigadores han conseguido datar con precisión
los fósiles recogidos, incluidos en la edad Maastrichtiense (hace 64,5 MA).
Figura 6: Situación Cronoestratigráfica del piso Maastrichtiense en la Tabla Cronoestratigráfica Internacional, en su versión del año 2013.
Figura 7: Abundancia estratigráfica de cefalópodos del Maastrichtiense superior en la Formación López de Bertodano.
Que los fósiles tengan esa edad significa por
tanto que la extinción de los Ammonites fue un suceso repentino y coincidente
con otras extinciones observadas y datadas en los mismos grupos fósiles en
otros lugares del planeta. En total, siete especies de Ammonites se encontraron
colocadas sólo unos pocos metros por debajo del límite, con un único género
presente por encima del Maastrichtiense tardío.
En definitiva, la investigación ha concluido
que no existen evidencias para una reducción de la población de Ammonites en la
Isla Seymour previas a la extinción
masiva del Límite C-Pg.
Así, gracias a la memoria de los suelos de la
Antártida, hoy podemos conocer un poco más sobre uno de los sucesos más
interesantes de la historia de la Tierra. Y eso que allí sólo hay hielo.
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