martes, 8 de marzo de 2016

BIPARTIDISMO FILOGENÉTICO

ARTÍCULO: Studies in History and Philosophy of Science 55 (2016) 69-83. Histories of molecules: Reconciling the past. Departament of Philosophy, University of Sydney, Australia.
¿Cómo podemos establecer un orden la hora de clasificar tal cantidad de especies en árboles filogenéticos?¿Son del todo correctos los denominados "Árboles de la vida" que la ciencia nos muestra?¿Sabemos a ciencia cierta cuál es nuestro origen?
Pues bien, estas son algunas de las preguntas que seguramente, alguno de nosotros,  se ha planteado alguna vez.
En un principio, a raíz de que Charles Darwin (Fig.1.) comenzase observar más de la cuenta los animales y a establecer posibles relaciones entre ellos, y su evolución a partir de ancestros comunes, hubo como una especie de afán por intentar relacionar todo con todo, y establecer por ejemplo parentescos con especies tan diferentes como son las aves y los peces.
Fig.1
Estas relaciones, se establecían basándose en parentescos morfológicos que podrían presentar dos o mas individuos diferentes. Sin embargo, para construir el denominado por Darwin "Árbol de la vida"(Fig.2) se contaba con los datos fósiles, que permitía hacerse una idea de la historia evolutiva de los diferentes individuos y si compartían o no ancestros comunes (Charles Drawin, 1892). Sin embargo, Darwin no pudo ni siquiera imaginarse que su tan bien cuidado árbol, fuese a echar raíces, medio siglo más tarde en el mundo de la genética.
Esta forma de clasificar a los seres vivos, le surgieron algunos problemas, ya que se demostró que las formas más simples no tenían porqué ser las más primitivas de un grupo (Sinnot y Bailey, 1915, p.11), y por tanto, unas especies iban a poder ser primitivas en unos aspectos, pero más avanzados en otros (Crow, 1926).
Fig.2.

Como respuesta a estos problemas, seria entonces necesario otro método para intentar establecer parentescos entre diferentes especies, o al menos corregir los errores que anteriormente se habían cometido comparando morfologías. Y para ello se recurrió al código que todo ser viviente lleva en su interior; las proteínas (Fig.3.), y que sólo haría falta saber descodificarlo, para saber todo nuestros pasos evolutivos, desde que eramos insignificantes células. (Morgan, 1998; Suárez-Díaz, 2014; Zuckerland, 1987).
De esta forma se pasó de lo que conocíamos como "Árbol de la vida" a un "Reloj molecular", que para algunos, era mucho más preciso.
No por ser una idea novedosa a mediados del siglo XX, vino a sustituir todo el trabajo de filogenía realizado desde la época de Darwin, sino que fue un método que simplemente vino para complementar al anterior, pero que, a sorpresa de todos...no encajaban tan bien como se pensaba, ya que al comparar los árboles filogenéticos realizados únicamente con datos morfológicos, y los realizados únicamente con datos moleculares, se veían muchas incongruencias.
sin embargo, aun teniendo registros fósiles completos y datos moleculares, la mayoría de las veces hay una discrepancia entre unas y otras (Brown, Rest, García-Moreno, Sorenson y Mindell, 2008, p.3).

Fig.3.

Por tanto, desde hace casi setenta años, vamos arrastrando un cierto conflicto entre la ciencia histórica, y la ciencia experimental, pese a que en ambos casos el objetivo era poder conocer con certeza había sido el primero de todos, y como a partir de él, se produciría la diversificación de los diferentes linajes. (Gilmour et al, 1940; Schaffner, 1934; Stevens, 1984).
Para intentar finalmente dar soluciones, o al menos intentar hacer encajar dichas teorías, se intentaron dar explicaciones desde las formas más basales de los organismos, es decir, las células eucariotas, y a partir de ahí, vagar en todo un universo de constante mutaciones genéticas, extinciones, desarrollos funcionales... Pero, debido a que no podemos afirmar con total seguridad que el origen de dichas células eucariotas, está en que se comieron unas a otras (según Margulis) tampoco podremos llegar a establecer relaciones de parentesco directo entre, por ejemplo, individuos tan diferentes como nosotros y los árboles.
Por tanto, podemos concluir que ambos puntos de vista ala hora de analizar las evoluciones de los organismos (desde las moléculas y los patrones de semejanza morfológica), no han de tomar caminos diferentes, sino cooperar para complementarse el uno al otro, y así poder darnos una respuesta definitiva de cual es nuestro origen en el  pasado, y cual fue nuestro camino hasta hoy... aunque el mañana no esté seguro.

REFERENCIAS:
Brown, J. W., Rest, J. S., García-Moreno, J., Sorenson, M. D., & Mindell, D. P. (2008).
Crow,W. B. (1926). Phylogeny and the natural system. Journal of Genetics, 17, 85-155.
Darwin, C. R. (1872). The origin of species by means of natural selection, or the
preservation of favoured races in the struggle for life (6th ed.).
Gilmour, J. S. L., & discussants. (1940). A discussion on phylogeny and taxonomy,
arranged at the request of the Association for the Study of Systematics. Proceedings
of the Linnean Society, 152, 234-255.
Morgan, G. J. (1998). Emile Zuckerkandl, Linus Pauling, and the molecular evolutionary
clock, 1959e1965. Journal of the History of Biology, 31, 155-178.
Sinnott, E. W., & Bailey, I. W. (1915). Investigations on the phylogeny of the Angiosperms.
5. Foliar evidence as to the ancestry and early climatic environment
of the Angiosperms. American Journal of Botany, 2, 1-22.








1 comentario:

Manuel Hernández Fernández dijo...

¿A qué artículo científico publicado en 2016 se refiere esta entrada?