viernes, 10 de abril de 2015

¡Que huevos!

Cuando pensaba en paleontología me imaginaba en algún remoto país desenterrando especímenes gigantes, con todas sus partes intactas y bien colocadas para una rápida identificación, pero parece que las cosas no son tan fáciles. A veces tienes partes del individuo, otras,  fragmentos de las partes y otras veces solo tienes marcas en el suelo, como huellas o madrigueras, por lo que su identificación e incluso su reconstrucción se ponen un poco más cuesta arriba. Es por eso que me parece fascinante como de un mísero trocito hay gente capaz de hacer una reconstrucción y encasillarlo en un grupo, y quizás sea esto lo que me ha llamado la atención del artículo “Fossil avian eggs from the Palaeogene of southern France: new size estimates and a possible taxonomic identification of the egg-layer”


Para centrarnos en el tema hay que saber que en este artículo se realiza una estimación cuantitativa del tamaño de unos huevos mediante unos fragmentos encontrados en el sur de Francia. Estos fragmentos pertenecieron a un ave de gran tamaño que vivió en el Paleógeno.
Para aquellos que no controléis del todo estos nombres y no os situéis del todo os hablo de un periodo que comenzó hace unos 65.5 millones de años y que duró alrededor de 43 millones de años. Al inicio de este periodo tenemos una proliferación de aves gigantes, debido a la desaparición de los dinosaurios y a que los mamíferos eran de pequeño tamaño.
Se han realizado diversos  estudios de estos fragmentos de huevo desde su descubrimiento en 1957 por Philippe Biro, aunque al no haberse encontrado junto a restos óseos hay cierta incertidumbre sobre a qué ave pueden pertenecer, y tampoco hay consenso respecto al tamaño, lo que sí se sabe es que pertenecieron a un ave de gran tamaño.

Qué tenemos aqui...

El material encontrado consiste en fragmentos de cascarón de huevos de ave recogidos en el sur de Francia en dos expediciones, una en el año 2011 y otra en el 2012. Entre ambas expediciones se recogieron 1343 fragmentos, que posteriormente se dividieron en dos grupos en función de su grosor: finos (5%) y gruesos (95%). Los fragmentos finos fueron descartados, ya que no se podían medir con los aparatos, y de los gruesos solo 106 eran lo bastante grandes para los métodos empleados.


Conclusiones


Nos saltamos la parte relacionada con la toma de medidas y el cálculo del tamaño del huevo mediante fórmulas y métodos que son bastante técnicas y pesadas como para ponernos aquí a explicarlas, además de mi poco conocimiento en ese tema, y pasamos a los resultados y conclusiones que se pueden sacar de ello:
Para empezar, se obtiene un tamaño de huevo de unos 12 cm de anchura y 17.8 de longitud, que son tamaños más pequeños que los que se obtuvieron en los estudios anteriores, y una masa media de 1.4 kg, que es un valor bastante menor que el obtenido en otros estudios, posiblemente producido al ser calculadas con tamaños de huevo diferentes.
Si los comparamos con otros tamaños de huevo podemos ver que, respecto a las grandes aves (ñandú, casuario) conocidas poseen un mayor tamaño.
Respecto a los huevos fósiles, es de los más grandes conocidos, siendo superado por Aepyomis y los más grandes de Dinornithiform.
Como conclusión global respecto a tamaño y masa podemos decir que el huevo de avestruz es el que más se le parece, aunque es algo menor.

¿De quién es este huevo?


Pero el artículo no acaba aquí, ya que también, mediante otros estudios realizados sin relación a los fragmentos de huevo, se asocian estos huevos con Gastornis.



Referencias



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