sábado, 7 de marzo de 2015

Extinciones: Una ventana histórica al fin del mundo

La extinción es un tema que siempre ha interesado, o al menos debería haberlo hecho, al ser humano, la desaparición de la vida es, como tal, un hecho curioso cuanto menos. La posibilidad de que una especie o grupo de especies desaparezcan para siempre es algo que, si se extrapola a nuestro caso, da miedo pensar,¿quien sabe si, por simple estadística, algún día nos tocara a nosotros?. 
Las cuatro entradas a realizar en este blog girarán en torno a este artículo: http://www.nature.com/srep/2015/150119/srep07877/full/srep07877.html, que trata a grandes rasgos sobre la adaptación espacial y su relación con la supervivencia o extinción de las especies. Sin embargo, y para ampliar el contenido, he decidido introducir el tema mediante otro artículo encontrado, que sienta las bases para las próximas entradas y nos pone en situación dando una ligera idea del tema a tratar.

Puede afirmarse que históricamente la paleontología científica nació con el concepto de extinción de las especies, fenómeno que hoy parece muy evidente pero que en el pasado era desconocido por falta de datos, y en consecuencia, se recurría a la interpretación literal de las narraciones bíblicas. Ni siquiera el Diluvio universal habría provocado extinciones, ya que Noé supuestamente habría salvado una pareja de cada especie. Hubo que llegar a final del siglo XVIII para que Georges Cuvier, fundador de la paleontología, pusiera de manifiesto que una serie de revoluciones habían provocado catastróficas extinciones. Sin embargo, todavía en el siglo XIX éstas eran interpretadas por muchos científicos como extinciones totales y creaciones sucesivas, llegando a identificar hasta 27 renovaciones de este tipo. Las ideas catastróficas fueron rechazadas por gradualistas tales como Charles Darwin, que restaron importancia al fenómeno de la extinción, atribuyendo su apariencia catastrófica a imperfecciones del registro fósil. Estos se apoyaban en las ideas de James Hutton y Charles Lyell que postulaban que durante largos períodos de tiempo la Tierra había sufrido cambios lentos y continuos, y como resultado, estas ideas han condicionado la formación de las actuales generaciones de científicos, pese a ello, en la última década, ha surgido un neocatastrofismo que tiende a magnificar las hipótesis impactistas.

El registro fósil suministra los datos que permiten reconstruir los modelos de extinción, que se reducen fundamentalmente a tres:

  • La extinción de fondo: Este primer modelo hace referencia a aquella extinción aleatoria y que tiene efecto en todos los grupos y taxones por igual, siguiendo simples parámetros estadísticos y se conoce como el proceso de extinción "normal".
  • Extinción masiva gradual: Se trata de una aceleración de la extinción de fondo originada por cambios rápidos (a escala geológica) a gran escala como puede ser un episodio de gran vulcanismo o un cambio brusco de temperatura del planeta.
  • Extinción masiva catastrófica: Es  aquella que se produce en un corto periodo de tiempo y a partir de un evento concreto, como puede ser un impacto meteorítico, que no daría tiempo a las especies a adaptarse a las nuevas condiciones, o al menos no a una gran mayoría de ellas.
El ritmo de extinción no tiene por que ser constante y suele haber periodos en que las extinciones se aceleran. En este sentido, algunos autores proponen un cuarto modelo: la extinción masiva escalonada. Según este modelo se agruparían episódicamente una serie de organismos al extinguirse bruscamente, como analogía se toma el ejemplo de una lluvia de cometas, resultando que cada impacto sería un escalón de extinción. Este modelo hace referencia a una extinción que fuera masiva, gradual e independiente de eventos catastróficos.

Oto aspecto importante son las causas de las extinciones, el motivo por el que una vida desaparece para no volver.
Ultimamente se ha generalizado la idea de que las grandes extinciones masivas fueron provocadas por impactos meteoríticos. Esta hipótesis se basa en la evidencia de grandes cráteres de impacto en la luna y en el descubrimiento reciente de otros en la Tierra que, pese a estar erosionados, se observan sus grandes dimensiones y no resulta complicado extrapolar las consecuencias catastróficas de tales impactos. Sin embargo, y aunque dichas ideas parecen ser acertadas para el límite K/T donde el impacto de un gran meteorito está bastante bien documetado, es una visión un tanto reducida porque obvia, o deja de lado, los factores bióticos de los ecosistemas y su organización, centrándose sin mas en que hubiera cambios bruscos en las condiciones abióticas, y han relevado a los cambios en las condiciones bióticas a causa de la extinción de fondo. Sin embargo, como todo, con el tiempo surgirán nuevos datos que podrán corroborar o rebatir el paradigma que se nos presenta ahora.

Hasta el momento se conocen cinco grandes episodios de extinciones masivas a finales del Ordovícico, Devónico, Pérmico, Triásico y Cretácico; las cuales afectaron a muchas de las especies vivas en aquel momento y son consideradas como extinciones masivas de primer orden. Sin embargo también hubo otras extinciones de menor envergadura y que afectaron a menos taxones como pueden ser las acaecidas a finales del Eoceno y Paleoceno. 

Como referencia y para mayor indagación en el tema expuesto se puede consultar el artículo de Eustoquio molina, en este link: http://www.interciencia.org/v20_02/art03/



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