Todos conocemos ya los hidrocarburos
(gas natural, petróleo, arenas y pizarras bituminosas…), y de cómo los usamos para producir energía y
derivados (alquitrán, asfalto, gasolina, plásticos…), y de cómo su quema
incrementa las concentraciones de GEI en la atmósfera, calentando la Tierra y
de lo que ello implica medioambientalmente.
Figura 1: Burbuja de gas en un pozo de asfalto. Fuente:
www.tarpits.org
Pero en esta ocasión el tema a tratar
es otro. Una utilidad que se le ha encontrado al petróleo: Conserva los fósiles
con una calidad excepcional, por lo que estas “trampas” pueden llegar a
convertirse en una mina de oro para los paleontólogos.
El tema a tratar son los pozos de asfalto o brea, unas formaciones de hidrocarburos formadas por filtraciones
de petróleo que van acumulándose en la superficie, donde puede acumularse por
encima una capa de agua por diferencia de densidades. El agua atrae a los
animales (especialmente si el clima en ese momento era cálido), que se acercan
a beber, pero un aciago destino les aguarda si se acercan demasiado.
Los animales se acercan a beber y
cuando se percatan del peligro, ya han quedado atrapados por los viscosos
hidrocarburos; si son animales de gran tamaño como la megafauna del Pleistoceno
que se ha hallado en estos pozos de asfalto, una gran masa corporal solo ayuda
a que el animal se hunda más en la masa viscosa y bituminosa y poco a poco,
fallezca por hambre y agotamiento en la brea, donde durante decenas de miles de
años sus restos serán conservados hasta la actualidad, cuando vuelven a ver la
luz, para delicia de los paleontólogos, que ya han identificado cientos de especies
de animales y plantas entre los millones de fósiles rescatados del asfalto en
todo el mundo, donde se conservaron protegidos de la meteorización.
Los pozos de asfalto más grandes del
mundo se encuentran en América. En los Estados Unidos el pozo de asfalto más destacados
por sus fósiles, es Rancho La Brea (California), un yacimiento descubierto en
el siglo XX a escasos 10 km del centro de la cosmopolita Los Ángeles, ahora
perteneciente al Museo de Historia Natural del Condado de Los Ángeles, donde se
ha encontrado una gran variedad de restos fosilíferos con una antigüedad de la
última glaciación (Miller, A.H., 1929), Otros yacimientos
destacados en Estados Unidos son McKittrick Tar Pits y Carpinteria Tar Pits,
ambos también en California.
Fuera de Norteamérica, en el Caribe, hay un destacado yacimiento de asfalto: Pitch Lake (Trinidad y Tobago), con
casi medio kilómetro cuadrado de superficie viscosa de asfalto.
Venezuela, por su abundancia de
yacimientos de hidrocarburos, posee algunos de los pozos de asfalto con
contenido fosilífero más destacados del mundo. En Mene de Inciarte, Orocual y
Guanoco, se han encontrado numerosos fósiles de reptiles, aves y mamíferos, con
antigüedades que llegan a superar los 2 millones de años, según las dataciones
de cada pozo de asfalto. Un rasgo a destacar es la diversidad de aves en el
Pleistoceno neotropical (Steadman, D.W., et al.).
Gracias a los estudios
paleontológicos, se puede estudiar reconstruir cómo era la fauna y flora del
Pleistoceno, a través del estudio comparado de decenas de especies de animales,
se pueden establecer relaciones filogenéticas que nos dan información sobre sus
adaptaciones al medio donde vivían. Otros restos rescatados del asfalto son
vegetales: hojas, semillas y hasta granos de polen que nos brindan una jugosa
información sobre las plantas que vivieron en esa zona y sobre el clima que
imperaba, el cual no era el mismo que el actual, ya que el Pleistoceno fue un
periodo en el que el clima de la Tierra cambió varias veces, alternando
periodos templados (interglaciares) y fríos (glaciares). El último periodo glaciarterminó hace 13000 - 10000 años
Ahora se sabe que América del Sur y
parte de América Central (Neotrópico) poseían y poseen una de las mayores variedades
de aves del mundo, gracias a su clima y relieve. Esta biodiversidad ha sido
moldeada a través de cambios continuos en los últimos millones de años
(Cuaternario), destacando los periodos glaciares e interglaciares y la
formación del istmo de Panamá, que permitió un intercambio de especies entre
Norteamérica y Sudamérica.
Estudio de los fósiles
Solamente
en el pozo de asfalto de Mene de Inciarte (Venezuela), de han descrito más de
20 familias de aves, por lo que el conteo de especies total se multiplica (los
pozos de asfalto como yacimientos fosilíferos son algo relativamente reciente y
no muy estudiado), evidenciando una gran riqueza faunística; a pesar de
encontrar la mayoría de fósiles disgregados y desarticulados (Friscia et al., 2008). Los huesos fueron estudiados
y clasificados atendiendo a relaciones de parentesco evolutivo determinadas con
anatomía comparada (mandíbula, tarsometatarso, carpometacarpo, coracoides,
fémur, etc).
Las
dataciones con 14C establecen antigüedades que van desde los 25000 años
hasta casi 50000 años (Jull et al., 2004).
Figura 2: Comparación de huesos de aves del género Buteogallus hallados en el asfalto de Mene de Inciarte y Rancho La
Brea.
Algunas especies encontradas
No solo se han encontrado aves. Los
mamíferos pleistocenos también tienen su parte del pastel bituminoso: Remotherium sp., Glyptodon
clavipes, Holmesina occidentalis, Pampatherium humboldtii, Dasypus sabanicola
Propraopus sulcatus, Mixotoxodon larensis, Macrauchenia patachonica,
Stegomastodon waringi, Equus (Amerihippus) santaeelenae, Paleolama sp., Smilodon
populator, Canis dirus, Protocyon troglodytes (Rincón et al., 2006, 2007)...
Conclusiones
El asfalto nos permite una
conservación de los fósiles excepcionalmente buena, habiendo solo que reunir
los huesos sueltos para poco a poco poder reconstruir el esqueleto de los
ejemplares a estudiar, permitiendo conocer con mucho más detalle la fauna y
flora del Pleistoceno en América, o cómo y cuándo cambió, evolucionó y/o se
extinguió (Lorenzen, E.D., et al., 2011). Lo que un día fueron seres que vivieron y respiraron, sufrieron la mala
suerte de quedar atrapados en el pegajoso y viscoso asfalto, que los selló como
cápsulas del tiempo, preservando huesos, hojas, semillas y granos de polen,
perfectos para estudiar y aumentar aún más nuestro conocimiento de la
biodiversidad del pasado, pues conocer y estudiar la historia de la vida
observando y analizando los fósiles, es también conocer y estudiar nuestra
propia historia, pues Homo sapiens somos
una especie más entre tantas que hay y tantas que quedan por descubrir aún,
vivas o extintas.
Estos yacimientos son algo relativamente reciente, por lo
que aún no han terminado de estudiarse en profundidad, por lo que tesoros paleontológicos
de valor incalculable siguen allí bajo el asfalto, esperando ser sacados de
nuevo a la luz, sin alterarse gracias a la conservación proporcionada por el
asfalto.
Referencias
Steadman, D.W., et al., The diversity and biogeography of late Pleistocene
birds from the lowland Neotropics, Quaternary
Research (2015)
Jull, A.J.T., et al., (2004).
Radiocarbon dating of extinct fauna in the Americas recovered from tar pits. Nuclear Instruments and Methods in Physics
Research B 223–224, 668–671.
Rincón,
A.D., Alberdi, M.T., Prado, J.L., 2006. Nuevo registro de Equus (Amerihippus)
santaeelenae (Mammalia, Perissodactyla) del pozo de asfalto de Inciarte
(Pleistoceno Superior), estado Zulia, Venezuela. Ameghiniana 43, 529–538.
Miller, A.H., 1929. The passerine remains from Rancho La Brea in the
paleontological collections of the University of California. University of
California Publications, Bulletin of the
Department of Geological Sciences 19 pp. 14–22.
Prevosti,
F.J., Rincón, A.D., 2007. A new fossil canid assemblage from the late
Pleistocene of northern South America: the canids of the Inciarte asphalt pit
(Zulia, Venezuela), fossil record and biogeography. Journal of Paleontology 81, 1053–1065.
Lorenzen, E.D., et al., 2011.
Species-specific responses of Late Quaternary megafauna to climate and humans.
Nature 479, 359–365.
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