sábado, 14 de junio de 2014

Dinosaurios de Pata Negra


"Todas las grandes cosas han sido hechas por pequeñas naciones"

(B. Disraeli)



Durante estos meses colaborando en el blog hemos tratado muchos temas relacionados con los nuevos descubrimientos paleontológicos de 2014 y sus implicaciones en Paleoecología, Paleobiogeografía, etc. Para aquellos que tengan mala memoria recordaremos que las entradas de las que hablaremos ahora son “Nanofósiles: un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la Paleontología”, en la describimos una nueva especie de nanofósil calcáreo, su relación con el resto de especies del género y sus implicaciones en la Bioestratigrafía y Paleobiogeografía; “Rastros: dime con quién andas y te diré quién eres”, en el que se vio la importancia de los icnofósiles en la Paleoecología; y “Por la boca muere el Hadrosauriforme”, donde integramos, a partir de restos de cráneos, tres dinosaurios de la Península Ibérica en la Estratigrafía de otros puntos de Europa.

Es posible que algunos ya vislumbraran a partir de la segunda de estas entradas el nexo de unión entre ellas, pero para quienes aún no lo sepan, hoy toca hablar de España.


¿Orgullo paleontológico?

Desayunamos escuchando hablar sobre la Marca España. Viajamos en transporte público oyendo comentar que la Selección Española perdió el partido contra Holanda. Comemos viendo en la televisión que este verano será el más caluroso de los últimos 30 años. Cenamos leyendo que los jóvenes europeos se precipitan desde los balcones en Ibiza en un estado de embriaguez extrema. Pero, ¿y lo demás?

El trabajo científico en España, no solo en el ámbito de la Paleontología, podría extenderse a cada rincón del país gracias a la aportación de investigadores como F. Ortega, J. M., Gasulla, M. L. Casanovas, y A. Fraguas, entre otros, y divulgadores científicos como J. E. Durán (@jeduardoduran), profesor de Secundaria de Madrid, con su blog Ciencias de la Tierra y medioambientales, e incluso nosotros mismos en estas entradas.

Centrándonos en la Paleontología, que es el tema que nos ocupa en este blog, podemos describir España como un área susceptible de albergar gran cantidad de evidencias de vida pasada importantes para el registro fósil global, ya sea por su condición de península o por integrar en su territorio islas, con sus endemismos correspondientes.


Perdona si te llamo ciencia

La Paleontología, como cualquier ciencia, siempre camina en pos de conocer. Los filósofos presocráticos de la antigua Grecia ya ansiaban una respuesta racional para explicar los mitos, y que aquello que se manifestaba a los sentidos como un fenómeno (phainomenon) pudiera relacionarse con una idea racional (noumenon): Parménides de Elea afirmaba que todo comienza y finaliza en la Tierra () y ya describía la ciencia como un saber fijo y estable que era el único que podía proporcionar conocimiento racional. Leucipo y Demócrito ya postularon de manera intuitiva y por supuesto no basada en el empirismo, que todas las cosas están formadas por partículas indivisibles, pequeñas y cualitativamente iguales a las que llamaron átomos.

No hace falta remontarse a las épocas clásicas para observar la voluntad del ser humano por conocer aquello que le rodea, puesto que R. Descartes ya propuso en el siglo XVII la “algebrización del universo” a partir de lo cual se desarrolla la Geometría Analítica. Unos años después, uno de nuestros queridos empiristas, F. Bacon, ya nos habla del método científico o método inductivo, en el que a partir de unos fenómenos observados se formula una hipótesis bajo unas leyes establecidas, para conseguir una generalización.
Y, ¿qué ocurre? ¿Solo Hume, Berkeley y Locke, se plantean el inicio, tratamiento y finalidad del conocimiento? ¿Todo el caos introspectivo que origina el pensar en la obtención de un saber racional solo tiene lugar en las mentes extranjeras?

Bien sabemos que no es así, puesto que, por ejemplo, J. Ortega y Gasset en los siglos XIX-XX plantea que las verdades que conocemos no son “verdades acabadas”, por lo que la tarea del hombre racional es completarlas, conociendo “lo que las cosas son”. Este filósofo madrileño fue uno de tantos que buscaron la base del saber, tal y como expone P. Baroja en su obra El árbol de la ciencia (1911), donde trata la dicotomía del ser humano: animal racional; y la inclinación del hombre sabio por conocer aquello que le rodea, sacrificándose por ese propósito.


Representación musical- algo jocosa- de nuestro afán por conocer


Pero todo esto, ¿qué tiene que ver con la Paleontología?

Como hemos visto, el anhelo de conocer es universal, y la Paleontología, como rama del conocimiento científico que es, se enmarca, por supuesto, en ese mismo propósito. El pasado nos parece algo inescrutable por su lejanía y por la inexorabilidad del paso del tiempo, pero la Paleontología, junto con otras especialidades, nos ofrece la posibilidad de echar un vistazo a través de sus ojos y atisbar, tanto como sea posible, lo que pasaba por el suelo que pisamos hace millones de años.

En España esas posibilidades se multiplican debido a su riqueza paleontológica y nos otorgan la capacidad de ver un poco más allá. Si hablamos sobre investigaciones en este ámbito en el país, se nos llena la boca, nos atragantamos solo contando las publicadas en este año 2014. Solo hay que realizar una búsqueda sencilla en el navegador para encontrar artículos sobre dientes de dinosaurio en Cuenca (Rauhut, 2002), un nuevo saurópodo del Aptiense hallado en España (Canudo et al. 2008), las primeras esponjas articuladas del Silúrico en la Península Ibérica (Rigby et al. 1997) y muchos más.

Sin embargo, para tormento de los que nos interesamos por la ciencia- de manera profesional o por la búsqueda del saber por el saber-, los medios de comunicación no parecen hacerse eco de manera significativa de estas noticias, y mucho menos transmitirlas de manera efectiva a la población, y es por esto que muchos piensan, e incluso yo misma antes de descubrir por mis propios medios que esto no es así, que “en España no hay nada de eso” o que “esas cosas solo están en Estados Unidos y China”.

Es hora de despertar, de mirar a nuestro alrededor, de descubrir que el mundo de la Paleontología nos rodea por todas partes, y no es tan abstracto, complejo e inalcanzable como se cree, y es momento de acercarnos a aquel sueño que todos tuvimos de descubrir huesos de dinosaurio, ya sea a través de la lectura, el estudio, la participación en las jornadas de excavación que ofrecen algunas universidades para los alumnos, o contribuyendo, cada uno según sus posibilidades, en la divulgación de esta maravillosa ciencia que tan bellas fantasías ha inspirado siempre.

Con esta imagen deseo un feliz y productivo viaje por la tortuosa senda del conocimiento a todas aquellas personas interesadas en la ciencia

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