sábado, 14 de junio de 2014

Extinciones, conexiones y conclusiones


A lo largo de estos meses, numerosos alumnos de Geología de la UCM hemos estado publicando nuestras entradas en este blog, dando a conocer el trabajo de investigadores de todas las ramas de la Paleontología. Cada uno de nosotros eligió un tema alrededor del cual girasen sus publicaciones, el denominador común de todas ellas. En mi caso, podría decirse que el hilo conductor han sido tanto la paleoecología como las extinciones.

¿Por qué estos dos temas que, en un principio, parecen no tener nada que ver el uno con el otro?

Principalmente, porque la alumna cuyas palabras están leyendo tiene una mente un poco rebuscada y le fascina encontrar conexiones y enlaces entre los distintos elementos de un sistema, ver cómo funciona un aparato a partir de sus distintas piezas. Y a esto se dedica la paleoecología, después de todo, a estudiar las relaciones que existían entre organismos que, por unas causas u otras, ya no pueblan la Tierra. Es una disciplina bastante compleja debido a que no nos es posible observar directamente a los seres que se estudian, pero no por ello hay que descuidarla: tal y como sugiere el principio del actualismo en Geología, los procesos que actuaron en el pasado lo siguen haciendo hoy día, así que lo que ocurrió en el pasado puede volver a suceder en el futuro.

La Tierra es una compleja máquina llena de engranajes cuyo movimiento regula el de sus vecinos, de forma que cuando una pieza desaparece, las que dependen de ella lo resienten. Y así entramos en el terreno de las extinciones, esos eventos catastróficos cuyas causas no siempre están del todo claras pero cuyas consecuencias son más que evidentes. Las extinciones, especialmente las masivas, pueden suponer la desaparición de taxones enteros en un tiempo muy breve (geológicamente hablando). Sin embargo y en contra de lo que se pueda pensar, no afectan tanto al funcionamiento del ecosistema al completo.




En la primera entrada presentábamos el artículo "Contrasting the ecological and taxonomic consequences of extinction", que trataba sobre el impacto de tres extinciones en los paleoecosistemas del este de Estados Unidos. Los tres eventos elegidos eran la llamada M4/M5, a finales del Ordovícico; y las extinciones masivas de finales del Ordovícico-principios del Silúrico y finales del Devónico. Las paleocomunidades afectadas que se estudiaron pertenecieron al bentos marino y a arrecifes.

Tras analizar en paralelo el número de taxones y la cantidad de modos de vida antes, durante y después de la extinción, los autores del artículo llegaban a la conclusión de que la pérdida de taxones no siempre conlleva la pérdida de modos de vida. Los nichos ecológicos vuelven a rellenarse con nuevas especies, y mucho tiene que alterarse el entorno para que dejen de ser viables. El sistema, al final, sigue funcionando, aunque eso suponga reponer por completo las piezas que lo componen.




El artículo en el que se basaba la segunda entrada era "Controls on niche stability in geologic time: congruent responses to biotic and abiotic environmental changes among Cincinnatian (Late Ordovician) marine invertebrates", y en él se trataba la estabilidad o no a lo largo del tiempo de distintos nichos ecológicos marinos del Ordovícico. Para comprobar si estos nichos se mantenían en el tiempo, las autoras estudiaron fósiles marinos procedentes de Ohio correspondientes a un intervalo de unos tres millones de años y recurrieron a modelos de nicho ecológico (también llamados ENM).

El resultado fue que los nichos eran estables frente a cambios en el medio que no tuvieran que ver con factores biológicos y que fuesen graduales, pero cuando las modificaciones eran bióticas (por ejemplo una invasión de taxones alóctonos), algunos taxones alteraban su tolerancia ecológica y reducían la extensión de su nicho. De esta forma, los especialistas podían correr el riesgo de desaparecer, pero los generalistas perduraban y quedaba “hueco” para los taxones recién llegados. Una vez más, el sistema encontraba la forma de seguir funcionando pese a los cambios en sus piezas.




"Quantifying the process and abruptness of the end-Permian mass extinction" es el artículo en el que se basaba la tercera entrada y el último que divulgábamos en este blog. En él los autores trataban de averiguar, a través del estudio de secciones fosilíferas de todo el sur de China, cómo de rápida fue la extinción de finales del periodo Pérmico, probablemente la más grande de las cinco masivas que se tienen documentadas hasta la fecha. Para medir la rapidez de este evento y aclarar si se produjo en un solo pulso o en varios, se realizaron correlaciones entre las distintas series estratigráficas y se rastrearon en ellas la primera y la última aparición de más de mil especies de distintos clados.

Para procesar todos estos datos fue necesario diseñar un programa nuevo, el CONOP, capaz de integrar los datos de todas las especies presentes en todas las secciones. Los resultados arrojados por el estudio finalmente confirman que la extinción se produjo en un solo pulso y en un periodo de tiempo inferior a un millón de años. Esto quiere decir que las extinciones pueden ser realmente rápidas... en escala geológica, por supuesto; aunque hoy empezase una, ninguno de los lectores de este blog llegarían a ver sus verdaderos efectos.



Y así llegamos al final, aunque sea sólo de esta entrada, pues todavía quedan muchas preguntas sin respuesta en el terreno de la paleoecología. Porque a veces no basta con saberse una ristra de nombres científicos y conocer millones de fósiles distintos, sino que también hay que ser capaces de establecer las relaciones que había entre los organismos que dieron lugar a esos fósiles para entender mejor por qué vivieron en el periodo y el lugar donde existieron y por qué desaparecieron. La biosfera, como todas las partes de la Tierra, es un complicado sistema lleno de piezas que interaccionan unas con otras de forma parecida a los engranajes de un reloj. Si queremos entender su funcionamiento, no basta con conocer el nombre de esos engranajes: también es necesario comprender cómo se relacionan unos con otros.


Referencias

-Brame H. M. R. and Stigall A. L. 2014. Controls on niche stability in geologic time: congruent responses to biotic and abiotic environmental changes among Cincinnatian (Late Ordovician) marine invertebrates. The Paleontological Society 40: 70-90.

-Christie M., Holland S. M. and Bush A. M. 2013. Contrasting the ecological and taxonomic consequences of extinction. Paleobiology 39: 538-559.

-Wang Y., Sadler P. M., Shen S., Erwin D. H., Zhang Y., Wang X., Wang W., Crowley J. L., Henderson C. M. 2014. Quantifying the process and abruptness of the end-Permian mass extinction. Paleobiology 40: 113 – 129.

Y antes de que se me olvide... ¡Felices, largas y prósperas vacaciones!

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