viernes, 13 de junio de 2014

¿ESCORBUTO O RAQUITISMO? ¿O QUIZÁS AMBAS?

EVIDENCIAS DE RAQUITISMO Y ESCORBUTO EN UN ESQUELETO INFANTIL DEL CALCOLÍTICO EN EL PORTALÓN, ATAPUERCA, ESPAÑA

Resumen:
Se han encontrado restos óseos correspondientes al esqueleto de un joven, debido al tamaño, que tras diversas pruebas de datación, se establece la edad en unos 5000 años atrás.
Algunos síntomas que presentan estos restos son la malformación de huesos grandes, la formación de otros que no deberían existir o excesiva porosidad de los mismos. Esto puede atribuirse a pequeñas épocas de estrés durante la corta vida del especimen. Estas patologías metabólicas pueden asociarse a una mala alimentación o a malos hábitos de higiene.
Cabe destacar, que este caso no es el único, ya que muchos esqueletos datados de la misma época, padecen síntomas parecidos, lo que da a entender que algo ocurrió en esa época, que aún se desconoce.
Introducción:
Desde hace tiempo, se han estado estudiado casos de muestras de la edad media y del antiguo Egipto, en los que se determinó que el ensanchamiento de determinados huesos como las costillas, son debidas a enfermedades como el escorbuto o el raquitismo. En la Prehistoria reciente, se conocen pocos casos, únicamente hace 7000 años, un niño encontrado en Serbia, y otro enterrado en las Islas Británicas. A día de hoy, se ha encontrado otro infante enterrado (Fig.1) en la sierra de Atapuerca, Burgos, España y con los estudios que a continuación de detallarán, se espera saber cuáles eran las costumbres alimentarias de esta época.





Fig. 1 - Skeletal remains of Atp’12.1420 during excavation in the archaeological site (A) and all recovered bones in the laboratory (B). Scale bars represents 10 cm. Fuente: JASs
Materiales y métodos:
El esqueleto se dató mediante pruebas de radiocarbono gracias al buen estado de conservación y la edad de la muerte se determinó por el estado de mineralización de los dientes (Moorrees et al., 1963), lo que indicó la exposición a condiciones insalubres tanto físicas como ambientales. Tras varios estudios, se determinaron estas condiciones, provocadas por el destete, infecciones por mala alimentación o la estacionalidad de los alimentos (Ribot y Roberts, 1996; Buckley, 2000).
Tras el estudio del cráneo y demás huesos, se determinó que el individuo poseía una porosidad anormal en estos huesos además de contar con la presencia o ausencia de rugosidad en los huesos adyacentes.
Otro trabajo realizado fue la monitorización y escaneo de la mandíbula y de los huesos largos, para identificar el estado de la mineralización, la presencia de la línea de Harris y deformaciones de flexión entre otros. Sólo se recogieron datos positivos para las líneas de Harris en la tibia, y con esto se pudo averiguar la edad a la que dejó de crecer.
Resultados:
La edad que muestran los análisis se corresponden con el tamaño de los dientes, ya que se ha obtenido unos 6,6 años si fuese un niño o 6,1 si fuese niña.
Las lesiones que se observan en el cráneo son varias. La superficie muestra una ligera porosidad, en la zona anterior de la bóveda izquierda (Fig 2A) hay lesiones con estructura trabecular. En la Fig 2B, en comparación con otros individuos inmaduros, se manifiesta una porosidad cortical anormal.
Los dientes se muestran en buenas condiciones, salvo algunos dientes de leche que están desgastados (Fig. 2C) y unas lesiones que aparecen en la zona de unión cemento-esmalte de la raíz de un molar. Estas heridas datan de cuando el individuo alcanzó 1,5 o 3 años (Tabla 1).
El maxilar superior muestra demasiada porosidad (Fig. 2D) y los defectos mandibulares se produjeron cuando el infante rondaba entre el año y los cinco (Tabla 1).
Tabla 1. Number of nonspecific stress indicators (critical periods) detected in Atp’12 1420 distributed by age periods of one year. Fuente: JASs.

Fig. 2 - (A) Abnormal porosity linked to trabecular structure and associated with cribra orbitalia - from left to right - in anterior area of right orbit and in anterior area of left orbit. (B) Abnormal porosity along the outer surface of the left wing of the sphenoid bone. (D) Abnormal porosity on the palatal surface of the left side of maxilla. (E) Abnormal porosity on the left medial surface of the coronoid process of the mandible. (C) Lateral view of the left maxilla and CT-scan section of the same bone in a parasagittal plane through the level of the carious lesion of left dm2 and dm1 (shadow in white color). Scale bar represents 5 mm in A, D and E, 10 mm in B and 5 cm in C. Fuente: JASs
Se ha observado también, que el canino tiene un crecimiento dispar respecto al resto de incisivos (Hillson, 2000) (Fig. 3).




Fig. 3 - Non-specific stress indicators observed in Atp’12.1420 teeth. (A1) Linear enamel hypoplasias in lower permanent first left incisor indicated by arrows. (A2) Enamel hypoplasias in permanent lower left canine; linear defect (top to the left) and pit-shaped enamel defects (the other arrows). B: Lateral view of a radiography of the right tibia with an enlarged detail of the Harris lines in the distal epiphysis. The asterisk (*) indicates an artifact provoked by the x-ray. Fuente: JASs.

Por otro lado, las costillas y las vértebras no muestran alteraciones, pero los dos cúbitos muestran una curvatura exagerada (Fig. 4A). Cabe destacar que el tercio medio del eje de los huesos largos, en particular la de los miembros inferiores, tiene numerosas estrías o poros pequeños, además de la presencia de la formación de un hueso nuevo (Fig. 4B). Por el contrario, la epífisis distal de la tibia (Fig. 3B), femoral distal y radio distal derecho tiene líneas de Harris (HL). La edad en la formación de HL en la tibia es de 4 a 6 años (Tabla 1).

Fig. 4 - (A) Antero-medial view of the right ulna and X-rays of the same bone showing pronounced posterior curvature of the  proximal diaphysis. B: Epiphyseal growth plates of some long bones from Atp’12.1420 showing the normal (non pathological) morphology that indicates absence of changes caused by active rickets. From top to bottom: proximal right humerus; proximal right fibula; distal left femur and distal left tibia. For the humerus, fibula and femur images, anterior is above and lateral is to the right. For the tibia, anterior is above and medial is to the right. Scale bar represents 5cm. Fuente: JASs.

Concluyendo los resultados, estas características patológicas (Tabla 2) se atribuyen a dos crisis de estrés. La primera de ellas tuvo lugar en torno a los 1,5 – 3 años y la segunda entre los 3 – 5 años.

Tabla 2. Pathological features associated with rickets, scurvy or both that are present in Atp’12.1420 Fuente: JASs

Discusión:
 En una primera valoración, se barajaron diferentes enfermedades causantes de estas patologías; éstas fueron diferentes tipos de anemias, las cuales fueron descartadas ya que para sobrevivir a ellas, se necesitan trasfusiones de sangre y raramente se alcanza la edad que tiene el caso de estudio.
Como ya se comentó anteriormente, las patologías descritas están relacionadas con épocas de estrés, lo que determina que las enfermedades causantes de estos males, son o el raquitismo o el escorbuto (Stuart-Macadam, 1985; Ortner, 2003).
En este caso, la inclinación de los ejes de algunos huesos largos confirma que el espécimen padecería raquitismo, enfermedad causada por carencia de vitamina D y que afecta sobre todo a las placas de crecimiento epifisario, pero en el individuo de estudio parecen normales. Con estos resultados se puede afirmar que pudo estar afectado de esta enfermedad en periodos muy de temprana edad.
Por otro lado, la porosidad que presentan algunas zonas del cráneo, la mandíbula y el maxilar, es la típica patología que define el escorbuto, provocado por una carencia de la vitamina C, la cual el ser humano es incapaz de sintetizar.
Debido a la diferencia de patologías, se concluye con que el individuo sufrió ambas enfermedades a lo largo de su corta vida revelando que sufrió varios eventos de interrupción del crecimiento, reflejadas en dos crisis, la primera en la infancia y la segunda en la niñez.
La primera de ellas, en la infancia, tuvo lugar cuando el individuo aún se arrastraba o comenzaba a andar, que se corresponde con el proceso de destete y la introducción de nuevos alimentos a su dieta; dicho proceso es gradual y variable según la población, estando entre el año y medio y los dos años. Con estos datos, se determina que esta crisis comenzó cuando la mayoría de alimento provenía de la leche materna, la cual tenía que ser pobre en vitamina D.
Esta carencia se puede atribuir a la llegada de la agricultura, la cual provocaba una variabilidad de alimentos y los cereales provocaban la disminución de absorción del calcio. Pero estos factores nutricionales sólo entran en juego cuando la radiación ultravioleta es ineficiente (Henderson et al., 1990). En la latitud de la Sierra de Atapuerca (42ºN), los habitantes de esta zona hoy en día, son incapaces de sintetizar esta vitamina entre noviembre y febrero, pero también disponen de una gran capacidad para almacenar esta vitamina durante largos periodos de tiempo (Robins, 1991); esta deficiencia se superó cuando el individuo empezó a andar exponiéndose al sol de manera más directa.
En cuanto a la segunda crisis, en la niñez, ocurrió debido a que el estudio sobre la alimentación determinó que la dieta se basaba en la ingestión de animales domésticos y algunos cereales.  Esto sumado al no consumo de frutas y verduras confirma las causas del escorbuto. Un estudio de los adultos de este mismo lugar y de la misma época, confirman que tomaban lácteos fermentados, y que en algunos de ellos causaron síntomas como diarrea, originando deficiencias nutricionales comunes.
Algunos hábitos de vida como la cocción de los alimentos en recipientes de cerámica, donde se propagan numerosos microorganismos infecciosos, provoca la destrucción de la vitamina C, la cual está en las carnes frescas (Akikusa et al, 2003;. Mays, 2008).
Las patologías descritas anteriormente relacionadas con el escorbuto, podrían ser causadas por las enfermedades infecciosas y también por la diarrea crónica, la cual puede provocar una disminución en la absorción del ácido ascórbico.
Conclusiones
Los restos hallados en el yacimiento de El Portalón, datan del Calcolítico, y muestran indicadores de estrés no específicos, como la hipoplasia de esmalte o líneas de Harris, que tuvieron lugar en las primeras etapas de vida del individuo. La primera crisis tuvo lugar durante la infancia en 1-3 años y la segunda crisis en la niñez, entre 3-5 años.
El estudio más exhaustivo confirma que en la primera etapa sufrió raquitismo, debido a las evidencias clínicas observadas como la curvatura de las extremidades y la porosidad de numerosos huesos.
La lactancia materna y los hábitos de alimento una vez tenido lugar el destete provocaron una nueva enfermedad, el escorbuto o déficit de vitamina C, la cual es necesaria para combatir numerosas enfermedades infecciosas.
Bibliografía:
 Akikusa J., Garrick D. & Nash M.C. 2003. Scurvy: Forgotten but not gone. J. Pediatr. Health. Care, 39:75-77.
Buckley H. R. 2000. Subadult health and disease in prehistoric Tonga, Polynesia. Am. J. Phys. Anthropol., 113: 481-505.
Castilla, M., Carretero, J.M., Gracia, A., Arsuaga, J.L. (2014). Evidence of Rickets and/or Scurvy in a Complete Chalcolithic Child Skeleton from the El Portalón Site (Sierra de Atapuerca, Spain). Journal of Anthropological Sciences. 92:257-271.
Henderson J.B., Dunnigan M.G., McIntosh W.B., Abdul Motaal A. & Hole D. 1990. Asian osteomalacia is determined by dietary factors when exposure to ultraviolet radiation is restricted: a risk factor model. Q. J. Med., 76:923-933.
Hillson S. 2000. Dental pathology. In Katzenberg M.A. & Saunders S.R. (eds): Biological Anthropology of the Human Skeleton, pp. 249–286. Wiley-Liss, New York.
Mays S. 2008. A likely case of scurvy from early Bronze Age Britain. Int. J. Osteoarchaeol., 18:178-187.
Moorrees C., Fanning E. & Hunt E. 1963. Age variation of formation stages for ten permanent teeth. J. Dent. Res., 42:1490-1502.
Ribot I. & Roberts C. 1996. A study of non-specific stress indicators and skeletal growth in two Mediaeval sub-adult populations. J. Archaeol. Sci., 23:67-79.
Stuart-Macadam P. 1985. Porotic hyperostosis: representative of a childhood condition. Am. J. Phys. Anthropol., 66:391-398.
Ortner D.J. 2003. Identification of pathological conditions in human skeletal remains. Academic Press, Amsterdam, Boston, MA.

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