"Todas las grandes cosas han sido hechas por pequeñas naciones"
(B. Disraeli)
Durante estos meses
colaborando en el blog hemos tratado muchos temas relacionados con
los nuevos descubrimientos paleontológicos de 2014 y sus
implicaciones en Paleoecología, Paleobiogeografía, etc. Para
aquellos que tengan mala memoria recordaremos que las entradas de las
que hablaremos ahora son “Nanofósiles: un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la Paleontología”, en la describimos una
nueva especie de nanofósil calcáreo, su relación con el resto de
especies del género y sus implicaciones en la Bioestratigrafía y
Paleobiogeografía; “Rastros: dime con quién andas y te diré quién eres”, en el que se vio la importancia de los icnofósiles
en la Paleoecología; y “Por la boca muere el Hadrosauriforme”,
donde integramos, a partir de restos de cráneos, tres dinosaurios de
la Península Ibérica en la Estratigrafía de otros puntos de
Europa.
Es posible que algunos ya
vislumbraran a partir de la segunda de estas entradas el nexo de
unión entre ellas, pero para quienes aún no lo sepan, hoy toca
hablar de España.
¿Orgullo
paleontológico?
Desayunamos escuchando
hablar sobre la Marca España. Viajamos en transporte público oyendo
comentar que la Selección Española perdió el partido contra
Holanda. Comemos viendo en la televisión que este verano será el
más caluroso de los últimos 30 años. Cenamos leyendo que los
jóvenes europeos se precipitan desde los balcones en Ibiza en un
estado de embriaguez extrema. Pero, ¿y lo demás?
El trabajo científico en
España, no solo en el ámbito de la Paleontología, podría
extenderse a cada rincón del país gracias a la aportación de
investigadores como F. Ortega, J. M., Gasulla, M. L. Casanovas, y A.
Fraguas, entre otros, y divulgadores científicos como J. E. Durán
(@jeduardoduran), profesor de Secundaria de Madrid, con su blog
Ciencias de la Tierra y medioambientales, e incluso nosotros mismos
en estas entradas.
Centrándonos en la
Paleontología, que es el tema que nos ocupa en este blog, podemos
describir España como un área susceptible de albergar gran
cantidad de evidencias de vida pasada importantes para el registro
fósil global, ya sea por su condición de península o por integrar
en su territorio islas, con sus endemismos correspondientes.
Perdona si te llamo ciencia
La Paleontología, como
cualquier ciencia, siempre camina en pos de conocer. Los filósofos
presocráticos de la antigua Grecia ya ansiaban una respuesta
racional para explicar los mitos, y que aquello que se manifestaba a
los sentidos como un fenómeno (phainomenon) pudiera relacionarse con
una idea racional (noumenon): Parménides de Elea afirmaba que todo
comienza y finaliza en la Tierra (gé) y ya describía la ciencia
como un saber fijo y estable que era el único que podía
proporcionar conocimiento racional. Leucipo y Demócrito ya
postularon de manera intuitiva y por supuesto no basada en el
empirismo, que todas las cosas están formadas por partículas
indivisibles, pequeñas y cualitativamente iguales a las que llamaron
átomos.
No hace falta remontarse
a las épocas clásicas para observar la voluntad del ser humano por
conocer aquello que le rodea, puesto que R. Descartes ya propuso en
el siglo XVII la “algebrización del universo” a partir de lo
cual se desarrolla la Geometría Analítica. Unos años después, uno
de nuestros queridos empiristas, F. Bacon, ya nos habla del método
científico o método inductivo, en el que a partir de unos fenómenos
observados se formula una hipótesis bajo unas leyes establecidas,
para conseguir una generalización.
Y, ¿qué ocurre? ¿Solo
Hume, Berkeley y Locke, se plantean el inicio, tratamiento y
finalidad del conocimiento? ¿Todo el caos introspectivo que origina
el pensar en la obtención de un saber racional solo tiene lugar en
las mentes extranjeras?
Bien sabemos que no es
así, puesto que, por ejemplo, J. Ortega y Gasset en los siglos
XIX-XX plantea que las verdades que conocemos no son “verdades
acabadas”, por lo que la tarea del hombre racional es completarlas,
conociendo “lo que las cosas son”. Este filósofo madrileño fue
uno de tantos que buscaron la base del saber, tal y como expone P.
Baroja en su obra El árbol de la ciencia (1911), donde trata la
dicotomía del ser humano: animal racional; y la inclinación del
hombre sabio por conocer aquello que le rodea, sacrificándose por
ese propósito.
Representación musical- algo jocosa- de nuestro afán por conocer
Pero todo esto, ¿qué
tiene que ver con la Paleontología?
Como hemos visto, el
anhelo de conocer es universal, y la Paleontología, como rama del
conocimiento científico que es, se enmarca, por supuesto, en ese
mismo propósito. El pasado nos parece algo inescrutable por su
lejanía y por la inexorabilidad del paso del tiempo, pero la
Paleontología, junto con otras especialidades, nos ofrece la
posibilidad de echar un vistazo a través de sus ojos y atisbar,
tanto como sea posible, lo que pasaba por el suelo que pisamos hace
millones de años.
En España esas
posibilidades se multiplican debido a su riqueza paleontológica y
nos otorgan la capacidad de ver un poco más allá. Si hablamos sobre
investigaciones en este ámbito en el país, se nos llena la boca,
nos atragantamos solo contando las publicadas en este año 2014. Solo
hay que realizar una búsqueda sencilla en el navegador para
encontrar artículos sobre dientes de dinosaurio en Cuenca (Rauhut,
2002), un nuevo saurópodo del Aptiense hallado en España (Canudo et
al. 2008), las primeras esponjas articuladas del Silúrico en la
Península Ibérica (Rigby et al. 1997) y muchos más.
Sin embargo, para
tormento de los que nos interesamos por la ciencia- de manera
profesional o por la búsqueda del saber por el saber-, los medios de
comunicación no parecen hacerse eco de manera significativa de estas
noticias, y mucho menos transmitirlas de manera efectiva a la
población, y es por esto que muchos piensan, e incluso yo misma
antes de descubrir por mis propios medios que esto no es así, que
“en España no hay nada de eso” o que “esas cosas solo están
en Estados Unidos y China”.
Es hora de despertar, de
mirar a nuestro alrededor, de descubrir que el mundo de la
Paleontología nos rodea por todas partes, y no es tan abstracto,
complejo e inalcanzable como se cree, y es momento de acercarnos a
aquel sueño que todos tuvimos de descubrir huesos de dinosaurio, ya
sea a través de la lectura, el estudio, la participación en las
jornadas de excavación que ofrecen algunas universidades para los
alumnos, o contribuyendo, cada uno según sus posibilidades, en la
divulgación de esta maravillosa ciencia que tan bellas fantasías ha
inspirado siempre.
Con esta imagen deseo un feliz y productivo viaje por la tortuosa senda del conocimiento a todas aquellas personas interesadas en la ciencia
Referencias
Canudo J. I., Royo-Torres R., Cuenca G., 2008. A new sauropod: Tastavinsaurus sanzi gen. et sp. nov. from the Early Cretaceous (Aptian) of Spain. Journal of Vertebrate Paleontology, 28: 712-731.
Rauhut, O.W.M., 2002. Dinosaur teeth from the Barremian of Uña, Province of Cuenca, Spain. Cretaceous Research, 23: 255-263.
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