Introducción
Hay
muchos estudios dedicados a la extinción masiva de finales del
periodo Pérmico - principios del Triásico, y cada uno contempla
hipótesis distintas. Los hay que dicen que fue un solo evento
catastrófico, también podemos encontrar quien sugiere que se
desarrolló a lo largo de varias fases... Y eso sin contar las
distintas teorías sobre qué causó exactamente esta extinción,
cuyos desencadenantes tampoco están del todo claros hoy en día.
Pero
la mayoría de estos estudios se basan en datos locales que no se
pueden correlacionar con los de otros trabajos, y por eso los autores
del artículo "Quantifying the process and abruptness of the end-Permian mass extinction", en el que se basa mi entrada de hoy, han
ampliado miras y utilizado muestras procedentes de diversas secciones
fosilíferas con distintas condiciones paleoambientales a lo largo de
todo el sur de China. ¿Su objetivo? Determinar cuán rápida fue
realmente la mayor extinción masiva del Fanerozoico, la grande entre
las grandes, la madre de todas las hecatombes paleontológicas por
excelencia.
Metodología
de trabajo
Los
autores de este estudio amplían el trabajo de Jin et al. (2000) y
Shen et al. (2011), cuyos resultados se limitan a la zona de Meishan,
y recogen muestras de 18 secciones fosilíferas distintas en todo el
sur de China. Cada sección muestreada tiene distintas condiciones
paleoambientales, pero todas tienen en común su pertenencia a la
periferia de la región norte de Gondwana. Además, el estudio
incorpora los datos recogidos por trabajos locales anteriores en
distintos puntos de la región con el fin de unificarlos todos en un
solo estudio.
Zonas de muestreo y procedencia de los datos
Las
correlaciones entre series estratigráficas se realizaron mediante
biozonas de conodontos y técnicas radiométricas de alta precisión
aplicadas a isótopos radiactivos extraídos de capas de ceniza
volcánica. Dentro de estas series, se localizaron las primeras y
últimas apariciones de 1450 especies de clados tan diversos como
cefalópodos, briozoos, gasterópodos, ostrácodos, foraminíferos...
y muchos más, dentro del intervalo temporal de los últimos 16
millones de años del Pérmico.
Para
procesar los datos se utilizó un programa desarrollado por Sadler,
uno de los autores: el CONOP, que utiliza la primera y la
última aparición de cada especie en cada sección. Muchas veces
estas apariciones varían de una sección a otra incluso siendo la
misma especie, debido a que el registro fósil es incompleto; de ahí
que los datos de una sola sección no sirvan para describir un evento
de forma exacta. CONOP busca el mejor ajuste para todos estos
datos en la misma línea temporal, integrando también las dataciones
radiométricas.
Resultados
El
número de especies experimenta un incremento constante del
Wuchiapingiense al Changhsingiense, durante el cual se observa un
aumento muy rápido. La extinción empieza poco después del límite
entre el Pérmico y el Triásico, y es tan rápida y tan súbita que
se pierde el 62% de las especies en apenas 200 Ka. Esta pérdida se
sigue prolongando a principios del Triásico durante al menos 300 Ka
más.
Resultados del CONOP
Antes
de la extinción como tal, sin embargo, ya se estaban perdiendo
taxones, lo que ocurre es que las tasas de extinción y de origen
eran igual de altas. Esto sugiere que el ambiente se estaba
deteriorando antes de la gran extinción, de forma que los distintos
taxones ya estaban sufriendo presión ambiental, probablemente a
causa de elevadas concentraciones de sulfuros en la zona fótica
fruto de una combinación entre vulcanismo y transgresión marina.
Aunque
en algunas zonas los efectos se notan más tarde que en otras y no
todas las especies se extinguen al mismo ritmo, podemos decir que el
descenso en el número de especies fue un verdadero “picado”, ya
que tuvo lugar en menos de un millón de años. En todas las
secciones de la zona estudiada este descenso se produjo prácticamente
a la vez, empezando hace 252,5 millones de años y concluyendo hace
252,12.
Conclusión
En
términos de gran escala y hasta que se demuestre lo contrario, la
extinción masiva de finales del Pérmico se produjo en un solo pulso
que afectó a especies de todos los clados. Su rapidez apunta a un
deterioro tan severo de la estructura de todos los ecosistemas que la
recuperación de estos a corto plazo resultó imposible. Tendrían
que pasar muchos millones de años para que la biodiversidad volviera
a parecerse a lo que era, y aun así, jamás se volvería a recuperar
del todo.
Ya
sabemos lo brusca que fue esta catástrofe y las víctimas que se
cobró. En el aire queda, sin embargo, la cuestión todavía sin
resolver de qué desencadenó la hecatombe exactamente.
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